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Reflexiones de un carbayón

17 de Junio del 2014 - Justo Roldán (Oviedo)

Somos muchos los que queremos lo mejor para Oviedo y su concejo. Son más los que además de querer, demuestran esa pasión carbayona día a día, en el mayor de los anonimatos. No son, personajes, que se les pueda encontrar en la Biblioteca de Oviedo. Ni que ocupen puestos de relevancia en la vida social, ni en la política, Ni tampoco se les puede encontrar en el cogollo de la ciudad. Pero son los que hacen que Oviedo sea lo que es, sin darse ni a la autocomplacencia ni al autobombo.

Conocen el sentir de los ovetenses. Y algunos ya tienen la edad suficiente para haber visto el pasado y el presente, y están decididos por ello a forjar el futuro. Futuro que tiene que pasar sin duda alguna por la primera institución que la sociedad ovetense se ha dado a sí misma: El Ayuntamiento. En él y de él salen las normas de convivencia. Las de urbanidad. Las de la economía. Las que cubren las necesidades de quienes más lo necesitan. Las tasas y los impuestos (a mi me gusto siempre más, llamarlo contribuciones, por aquello de contribuir). La ordenación del Concejo. El mantenimiento de nuestras tradiciones. La garantía de continuidad en nuestras creencias más íntimas, que tienen su referente en la Catedral y en El Salvador. La defensa de nuestra entidad como capital del Principado de Asturias y, por último, la representación más visible de lo que somos ante España y ante el resto del mundo.

Hoy, tenemos que felicitarnos todos porque se ha concedido a Oviedo un galardón que premia la urbanidad de los ovetenses y de quienes nos visitan: la limpieza. A ella no se contribuye solo y en exclusiva desde el Gobierno municipal, como es su obligación. También quienes habitamos en ella, pues la limpieza llama a limpieza, y porque no es más limpio es que mas más lava si no el que menos mancha.

Para que todo esto tenga una continuidad en el tiempo, para que vayamos mejorando, hemos de contar con carbayones comprometidos, no solo con Oviedo, si no con todo el concejo. Las decisiones que se tomen en la Corporación tienen que ser las más convenientes en cada momento, sin que medie por el medio ni sea un freno un partidismo de obediencia sumisa a quienes objetivamente no nos tienen entre sus prioridades, máxime cuando las decisiones afectan al ciudadano, que es al final al que tenemos que defender y para el que tenemos que legislar.

Vamos a terminar un mandato municipal del cual han salido mas sombras que luces, algo que se ha inclinado más a lo primero que a lo segundo debido a la falta de lealtad de algunos concejales a quienes le otorgamos el privilegio de estar ocupando un sillón de tan alto prestigio, como es el del EXCMO. AYUNTAMIENTO DE OVIEDO. Por ello; por esa falta de lealtad, no voy a citar sus nombres pues para más deshonra de quienes les hemos dado nuestra confianza son sobradamente conocidos.

Desde una reflexión serena, como la que aquí pretendo hacer, y en la parte que me corresponde, no tengo por menos que pedir perdón a mis vecinos, en mi nombre y en los que al principio he citado. Y lo debo, y lo debemos de pedir, por habernos equivocado tan gravemente. Por haber dado un espectáculo que esta ciudad, ni por su abolengo ni por su señorío, se merece. Pero a renglón seguido también es de justicia el decir en nuestro descargo que todo se hubiera solucionado si la ley no fuese la que es, y si los que han consumado la felonía tuviesen la decencia política de dejar el sitial que mantienen, ya que no tienen la confianza ni el apoyo de quienes les auparon a él.

Somos muchos los que nos duele esta situación, no tanto por nosotros que también -si no por la parálisis de propuestas que han cercenado para Oviedo al ocupar, -reitero- un lugar que al menos moralmente no les corresponde. Así y con todo aun quedan de ese grupo, del que se apartaron los que todos conocemos, otros a los que seguimos apoyando, y de quienes esperamos que en este año que queda intenten paliar el daño que sin quererlo hemos ocasionado, (o han ocasionado) quienes los propusieron y los eligieron,y minimicen en lo posible, la mancha que supone lo ocurrido, al menos para el nombre de Oviedo.

Pero no volverá a suceder. Como no volverá a ocurrir, que por acuerdos de intereses se altere la voluntad de los carbayones, expresada libremente en las urnas. Por ello, por nuestro cariño a esta ciudad, a nuestros valores, y a nuestra posición en Asturias, seguiremos defendiendo, proponiendo y denunciando si es el caso, todo aquello, que no persiga el progreso de los ovetenses y de la ciudad. En ello entra, porque yo lo soy.Nuestro Real Oviedo.

¡Doy mi palabra!

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