El patético PSOE
Es verdaderamente bochornoso y patético escuchar a los dirigentes de PSOE defender apasionadamente a los reyes, príncipes y, consecuentemente, a los condes y marqueses, y al mismo tiempo decir que son de izquierdas.
Estos socialistas, los días pares tienen un discurso y los impares el contrario.
Es necesario recordar que la palabra socialista lleva implícito el republicanismo, pues el socialismo surgió de la lucha campesina y obrera contra la monarquía zarista en la antigua Unión Soviética.
Estos dirigentes “socialistas” comenzaron siendo marxistas y republicanos, así lo establecieron en sus congresos anteriores a la llegada del poder, pero a medida que se iban acercando a la posibilidad de gobernar, se iban deshaciendo de esas convicciones. Comenzaban así el camino hacia la socialdemocracia, es decir, hacia la derecha B.
En la actualidad, en el último congreso, el ideario político y filosófico del socialismo español se reduce al talante de Zapatero, la fuerza de izquierdas de Rubalcaba y la señal de alarma del fósil de Alfonso Guerra: ¡cuidado que viene la derecha! Eso es todo.
Por no tener los congresos elementos claros de identidad, no me extraña que muchos de sus dirigentes socialistas tengan la vocación de llegar, lo antes posible, a ser capitalistas; de hecho algunos ya lo consiguieron.
Si se tuviese que definir la verdadera posición ideológica del PSOE por lo que hace, y no por lo que dice, los hechos mostrarían cómo en muchos casos adelantó al PP por la derecha, por las políticas económicas que hicieron en Europa y en España; esas políticas que tuvieron unos beneficiarios muy claros que no fueron, precisamente, los trabajadores, sino todo lo contrario.
Por lo tanto, con la historia reciente del PSOE en la mano, se puede decir, sin equivocarse, que fueron los mayores traidores del pueblo trabajador, y tiene toda la pinta de que lo seguirán siendo.
Con este tipo de dirigentes, la clase media española lo tiene muy negro, en el presente y en el futuro. Estos individuos llevan en sus genes obedecer a quien los pone en la lista y traicionar a quienes los votan. Simplemente por el principio de conservación del puesto.
La soberanía se difumina, la democracia se desvanece, se convierte en un espejismo, el engaño se hace evidente. Pero no se preocupen: la maquinaria propagandística está trabajando para que todos seamos felices aunque sea de forma subliminal.
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