"Pet Shop Boys"... gracias por regresar
Una mano accedía al bolsillo del pantalón tratando de buscar el mando a distancia. Sin dificultad alguna distinguió la forma rectangular de su diseño y con un dedo accionó el botón adecuado.
Las luces intermitentes se iluminaban a la vez que un sonido indicaba que el vehículo estaba listo para ser ocupado. La manecilla de la puerta del conductor era presionada y, una vez abierta, tardó pocos segundos en acomodarse en el confortable asiento.
Son las siete de la mañana. Un tímido astro rey empieza a desplegar sus tentáculos allá a lo lejos. Un rápido vistazo al salpicadero para después introducir la llave en el contacto.
De pronto, un montón de testigos luminosos inundan la consola anunciando la disponibilidad del coche a funcionar. Iconos que se apagan segundos después con el ruido del motor.
Se ajustó el cinturón de seguridad, colocó el dispositivo de su teléfono móvil en manos libres y, antes de iniciar la marcha, buscó en el hueco reservado para CD uno concreto...
El complejo equipo de audio se enciende y el disco es introducido en su soporte. Con los primeros acordes de un teclado, aumentando su sonido progresivamente, se liberó el freno de mano, pisado el pedal del embrague, para buscar la primera velocidad en el cambio, un amplio vistazo a los retrovisores.
Una pantalla luminosa indicaba la temperatura exterior: 8 grados. Pero dentro, la climatización haría que la sensación gélida desapareciera en pocos minutos.
El sol ya mostraba su característico color. Intermitente accionado y en marcha hacia la carretera.
El paisaje que dejaba atrás es la culminación de la belleza, ahora adornada por la incesante luz del amanecer primaveral. En mi viaje pude distinguir esas últimas luces de las casas recónditas, testigos mudos iluminando las sendas y caminos que conducían a esos pueblos escondidos en la montaña.
Bajé un instante la ventanilla para impregnarme de la brisa temprana: fría, pero estimulante a mis sentidos, mientras iba devorando los kilómetros de la carretera.
Los altavoces exteriorizaban las canciones del CD escogido. Temas conocidos por mí, tarareados, bailados y más que recordados en cada oportunidad que tengo de escucharlos.
“Heart”, “Did you see me coming”, “Integral”, “New York city boy”, “London”, “West and girls”, “Domino dancing”, “Go west”, “Being boring”, “Rent”, “It’s a sin”, “Always on my mind”...
¡Sí, son ellos! “Pet Shop Boys”. Y esa alegría manifiesta es que, tras un periplo de más de una década, volverán al Principado de Asturias para dejar huella de su imborrable música.
Enlazo con la autovía, que me conducirá hacia allá, al norte peninsular, mientras la voz de Neil Tennant empieza a desgranar la letra de “Winner”, al unísono que Chris Lowe y sus teclados.
Y con esa complicidad me siento ganador, como los que el próximo 1 de agosto compartiremos el repertorio que Neil y Chris interpretarán en la Universidad Laboral de Gijón.
“Pet Shop Boys”... gracias por vuestro regreso.
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