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Qué más queremos

21 de Junio del 2014 - Rosa Faes (Madrid)

He leído y oído muchos comentarios sobre Letizia Ortiz, sobre todo estos días. No estoy de acuerdo con casi ninguno. Es más, pienso que la mayoría de las opiniones sobre su persona y sobre su manera de hacer son producto de la envidia.

Yo nací, me crié y me eduqué en Oviedo, en las Ursulinas de los 60 y voy muy a menudo al Principado. No hay día que no me digan un chiste, un comentario, un cotilleo, siempre de mal gusto, sobre la entonces Princesa y hoy Reina.

Vamos a ver, tenemos una Reina estupenda: alta, delgada, guapa, distinguida, bien vestida, discreta, que sabe estar, que no ha protagonizado nunca problema alguno... ¿Que más queremos? De verdad, que la envidia no tiene límites.

A mi me hubiera encantado que el Príncipe se hubiera fijado en una de mis hijas, pero la eligió a ella. A una chica normal, de clase media media, es decir, ni alta ni baja, educada en un colegio público, licenciada en una Universidad pública. Una niña que llegó a Madrid sin ningún apoyo (yo sé muy bien lo que es llegar a Madrid sin conocer a nadie, sin disponer de la red que en muchos casos te envuelve en provincias.) Y allí se abrió camino, sin ayuda de nadie, y por sus propios méritos llegó a presentar el telediario de TVE a la hora de mayor audiencia. Tenía una carrera brillante y seguramente hubiera llegado a lo más alto. Renunció a todo para no hacer otra cosa que lo que le mandan. Le guste o no le guste tiene que vestirse, peinarse, sentarse, moverse como le indican. Se levanta cuando le dicen, va a donde le dicen, sonríe a quien le dicen cuando le dicen. Y lo hace muy bien. ¿Qué más queremos? Pues está claro, que hubiera sido nuestra hija la elegida y no Letizia Ortiz.

Y las infantas, también hay quien pone pegas a las niñas en la coronación de su padre. Las niñas son monísimas, iban monísimas y demostraron estar exquisitamente educadas. Estuvieron impecables, mostraron un comportamiento ejemplar. Confieso, ninguno de mis nietos de las mismas edades, de clase media alta y muy bien educados, hubiera sido capaz de comportarse como lo hicieron esas niñas de sólo 8 y 6 años. Sobre todo la Princesina, sin revolverse en la silla ni una sola vez, tiesa como un ajo, casi sin pestañear, sin mostrar ni el cansancio, ni el aburrimiento, sin un mal gesto. De vedad, ¿qué más queremos?

¿Otro u otra elegido por todos? A saber qué educación y qué formación tendrá. A saber si se estirará en público, si sabrá qué tenedor coger en las cenas de gala, si sorberá la sopa, si permanecerá sentado delante de la reina de Inglaterra, si hablará un inglés aprendido en Tennessee...

Nadie nos va representar mejor, ni dentro ni fuera de España que ahora Felipe VI, y en el futuro esa niña educada para ello desde la cuna. Porque hay muchas cosas que no se adquieren, se maman. Y la primera papilla imprime carácter.

De verdad, no entiendo por qué tantas pegas a Letizia. Sólo tienen una explicación: envidia.

Rosa Faes. Profesora titular de Historia del Arte, Universidad Complutense, Madrid.

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