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Certeza y escepticismo en san Agustín

30 de Junio del 2014 - José Manuel López García (Gijón)

La posibilidad de conocer la verdad es afirmada resueltamente por este filósofo y teólogo norteafricano. Su libro Contra Académicos del año 386 es una obra de introducción a la filosofía de tema epistemológico ya que establece que la mente humana conoce con certeza, y no está reposando en una actitud escéptica de duda permanente respecto a la realidad tanto empírica como humana. San Agustín no está de acuerdo con el escepticismo de Cicerón en su libro Los Académicos. Si bien es verdad que el diálogo Hortensio de Cicerón influyó de modo decisivo, como una especie de introducción al saber filosófico en Agustín, y además confiesa o reconoce que su lectura le orientó hacia Dios. Ciertamente, la actitud escéptica de los académicos parece más bien el resultado de una reacción contra el dogmatismo de los estoicos.

El intento de cristianizar la tradición platónica por medio del intelecto divino es patente en San Agustín. Como dice García Álvarez respecto al planteamiento filosófico del santo: «De hecho, él mismo dirá que el «mundo inteligible», objeto de la verdadera filosofía, hubiere permanecido inaccesible a los hombres a no ser porque la Inteligencia divina se dignó abajarse hasta tomar la naturaleza human». Y es que la Nueva Academia que surge hacia el -160 con Carnéades de Cirene (-214/-129) considera que la probabilidad es lo alcanzable, y que la certeza completa no es algo lograble, si bien no reafirmaba un escepticismo total, porque no admitía una incertidumbre absoluta en el ámbito del conocimiento.

Este sabio profesor de retórica, obispo, y figura intelectual clave de la Patrística otorga un valor esencial a la Dialéctica, porque es indispensable saber discernir lo verdadero de lo falso. Ya que es cierto que la falsedad no es saber sino desconocimiento de lo verdadero, o como escribe san Agustín: «porque la falsedad no puede ser objeto de conocimiento por nadie». Los estoicos consideran que lo incierto o probable no es, en realidad, conocimiento. En cambio, para los académicos que no admiten las representaciones comprehensivas de los objetos reales que sostiene Zenón y la escuela filosófica estoica, la sabiduría es, simplemente, la búsqueda de la verdad.

De todos modos, san Agustín frente al escepticismo de los académicos descubre que una nueva forma de hallar la sabiduría que, a su juicio, es interior y está en el alma. Ya que escribe: «Si me preguntas dónde encuentra el sabio la sabiduría, te responderé que dentro de sí mismo». En este planteamiento epistemológico se nota la gran influencia de la actitud espiritualista agustiniana. El valor de la duda como proceso del pensamiento o de la reflexión es resaltado por san Agustín de un modo tal que influyó decisivamente en la duda cartesiana. Porque en Contra Académicos: «Cae en el error, dicen ellos, no sólo quien aprueba lo que es falso, sino también lo que es dudoso, aunque sea verdadero. Ahora bien, yo no encuentro nada que no sea dudoso». Lo que interpreto en su actitud dubitativa es la manifestación de la prudencia del entendimiento, y de la inteligencia racional, ya que todo debe ser sometido a examen y escrutinio. Porque el objeto de la duda no es perdurar indefinidamente en el tiempo impidiendo el conocimiento efectivo de las cosas, y de la realidad en toda la amplitud y profundidad posibles. Por tanto, los diversos niveles de probabilidad no presuponen que sea inalcanzable la certeza del conocer. Porque lo falso se contrapone a lo verdadero y lo verosímil que admite grados. En definitiva, que la investigación de la verdad que es uno de los propósitos principales de la filosofía y la ciencia requiere la ponderación gnoseológica minuciosa y rigurosa de lo descubierto, tanto desde la perspectiva teórica como práctica. Y en este sentido, la modernidad de este aspecto de la teoría del conocimiento agustiniana expresa un claro interés por alcanzar conocimientos verdaderos a través del rechazo de la falsedad evidente, y del reconocimiento de la función del proceso de la duda en el logro de un saber cierto.

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