Casi de la familia
Este curso ha terminado el colegio el pequeño de mis hijos. En estos momentos sientes alegría por ver cómo otro ha finalizado una etapa importante de su vida, tranquilidad: se acabaron los horarios, las fiambreras, las reuniones... Pero, sobre todo, sientes agradecimiento a Fomento de Centros de Enseñanza por haber instalado en Asturias los colegios de Peñaubiña (actual Peñamayor) y Los Robles, donde tuvieron la suerte de aprender mis tres hijos, y digo aprender y no estudiar porque no sólo les enseñaron las diversas materias académicas, sino que también nos ayudaron a educarlos en una serie de valores que hacen de ellos buenas personas, capaces de decidir por sí mismos, preocupados por los demás...
Con esto no quiero decir que todo haya sido perfecto, claro que hubo cosas no del todo bien hechas, algún que otro desacuerdo. Nadie es perfecto; pero todo esto se vio compensado, y de qué manera, por todas las cosas buenas y el excelente trabajo realizado por el personal, docente y no docente, de estos dos colegios. Que ya casi son de la familia.
Y desde ayer tengo otro sentimiento: no sé si de pena, indignación, incredulidad, rabia o todos ellos juntos. Surgieron cuando nuestra consejera de Educación mostró con alegría unas resoluciones que ponen en el aire los conciertos de estos colegios. Sus argumentos por manidos no los voy ni a mencionar. Sólo quiero decir que así lo único que consigue es mermar la libertad de los padres a elegir el tipo de educación que quieren para sus hijos y que solamente pueden elegir y tener acceso a unos de los mejores colegios de Asturias aquellos que lo puedan pagar. Así que pido que, si quitan los conciertos, no tachen de elitistas a estos colegios, solamente recuerden quién tuvo la culpa de que dejaran de ser opción para muchos padres.
Gracias, Peñaubiña (actual Peñamayor) y Los Robles, otra vez, por todos estos años.
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