Podemos puede
Observo que se ha establecido en las secciones de cartas al director de la prensa cierto debate. Bueno, me refiero a cierto tipo de prensa honesta que al menos consiente expresiones desde diferentes miradas, y en este aspecto LA NUEVA ESPAÑA ha venido dando cabida a unos y otros. Lo que honra a su publicación.
El debate al que me refiero no es otro que el suscitado por el ascenso, a mi ver imparable, de la formación Podemos. He leído aquí mismo, en esta sección y en la de otros medios, calificaciones furibundas, escasamente contrastadas, incluso de tipo personal o mofa de la imagen del representante más significado de la agrupación. Cuando faltan las razones, la gente se grita, decía Leonardo (el de Vinci). Y la verdad es que ciertos vómitos oídos y leídos aquí, allá, acullá... no representan más que eso: una falta de argumentos.
Convengamos que los anticuerpos del sistema se han puesto a funcionar con intensidad encomiable, de manera que una formación irrelevante en el contexto político europeo, si nos atenemos a su representación, ha pasado a ser la advocación misma de todo mal.
Bajando varios escalones hasta llegar a un nivel de mediocridad reflexiva que no frecuento, podría dar por ciertas todas las cosas que se dicen, por ejemplo, del cabeza visible de la formación, D. Pablo Iglesias. De manera que, a decir de muchos, estamos ante un señor que está a favor de las dictaduras estalinistas, las estalinistas tropicales, justificador de ETA y sus métodos, que desayuna niños por la mañana –por descontado, crudos–, que mató a Kennedy, acoge a los violadores y asesinos de toda laya, defiende las drogas duras en las guarderías y a la mosca de la siesta.
Podría ser. Quién sabe. Pero todo ello no es más que una posibilidad en alguna parte del futuro. A los portadores de bilis se les debe recordar que quienes nos pusieron aquí, en el presente, los que pusieron en riesgo la sanidad pública y las escuelas para beneficiar a la voracidad de la banca, quienes compadrean en lodos de corrupción en todos los niveles del sistema; los que, en suma, descalabraron sin contemplaciones un Estado completo por incapacidad y/o codicia fueron otros: sí, señores míos, cuando el señor Iglesias y sus secuaces hagan autopistas inútiles o aeropuertos fantasma, o regalen las telefonías a sus amigotes, entonces habrá que sacarlos a empujones. No quepan dudas. Entre tanto, permitan que algunos veamos con esperanza la apertura de nuevas puertas. Hay más: por mucho que digan, y a tenor de los caladeros en los que ellos pueden pescar votos, les aseguro que no necesitarán invertir apenas en campañas para crecer y crecer. La campaña se la hacen otros con sus despropósitos, quienes dicen que el aumento del paro se debe a las amas de casa, los de viva el vino, las de las miembras, los desahucios y aquellos que se valen de las estructuras para recalificarse unos terrenitos y celebrarlo en un club de carretera.
Eso, y no otra cosa, es mi verdad.
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