Tribunales oscuros en la Universidad
Muchas instancias reclaman transparencia. ¿Abundamos en agujeros negros donde el poder se ejerce de forma críptica? ¿También en la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud? Analicemos. El “plan Bolonia” dispone que los estudios universitarios terminen con un trabajo fin de grado (TFG). Éste debería ser el trampolín desde donde los alumnos se lanzasen a las procelosas pero estimulantes aguas de la investigación, de la que tan necesitada está España. Pero, si se degrada la evaluación de dichos TFG, se transforman en puro formulismo. Nombrar sin la debida transparencia los tribunales que han de juzgarlos podría contribuir a corromper su evaluación.
Nuestra Facultad lleva dos cursos académicos graduando a enfermeros y fisioterapeutas; la primera graduación de médicos tendrá lugar el próximo curso. A diferencia de facultades como la de Ciencias, Psicología o la de Comercio, Turismo y Ciencias Sociales, por citar algunas de las que nombran los tribunales en acto público, mediante sorteo entre los profesores, en la nuestra se designan sin transparencia alguna. La selección aleatoria de los evaluadores es el procedimiento menos tramposo cuando se trata de juzgar el trabajo de alguien. Por ello, en el consejo del departamento de Medicina del pasado noviembre propuse, se aprobó y consta en acta, que en el presente curso se hiciera una selección aleatoria de los miembros de cada tribunal, en aras de una evaluación lo más justa posible. Recientemente recordé este asunto a la vicedecana. Pero los amantes de las tinieblas, el oscurantismo y el poder omnímodo resucitaron, cual redivivos hidalgos del Siglo de Oro, la vieja fórmula: sostenella y no enmendalla.
Estos hechos no merecerían luz y taquígrafos si no fuera por el engaño y la decepción que suponen para nuestros alumnos. También porque contribuyen al hartazgo de aquellos profesores que, en medio de crecientes recortes y escollos, tratamos de remar contra viento y de realizar nuestra labor con entusiasmo.
Si nuestra Universidad tiene interés en este asunto, puede comprobar mis afirmaciones seleccionando al azar algunos TFG ya defendidos, estudiando la correspondencia entre su calidad y calificación y analizando la capacidad discriminatoria de tales calificaciones.
Ojalá este escrito logre que el curso que viene los primeros graduados de Medicina tengan una evaluación más justa que los enfermeros y fisioterapeutas han tenido hasta ahora, en mi opinión y en la de quienes así opinan pero acatan. Y, si no es así, recordad a Quevedo: “No he de callar, por más que con el dedo,/ ya tocando la boca o ya la frente/, silencio avises o amenaces miedo!”
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