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La España real y la que ve el señor Rajoy

14 de Julio del 2014 - José Luis Álvarez Lauret (Gijón)

Leyendo las recientes declaraciones del señor Rajoy, uno no sabe si ponerse a reír o si, por el contrario, acabar de deprimirse más aun de lo que ya está, consecuencia de tanto despropósito y tanto ir en dirección contraria como uno ve que se va desde hace años en nuestra reseca piel de toro.

¿Pero cómo que menos extremistas y agoreros y más orgullo de ser españoles, si resulta que entre todos cuantos llevaron, y ahora llevan, las riendas del país nos lo tienen abocado al precipicio? Uno, con sus 78 años a punto de cumplir, empezó a sentir las miserias de este país en su más tierna infancia, haciendo cola para entrar en el comedor del Auxilio Social de la posguerra.

A los de mi generación se nos negó todo; nos privaron del disfrute de la niñez; en nuestra juventud, nos negaron mayoritariamente el derecho a la elección de una profesión deseada y cuando, ya mozos, algunos, hartos de tantas limitaciones, decidimos emigrar, lo hicimos pensando en que tras unos años de sacrificio en tierra extraña, podríamos volver y encontrar un país cambiado, en el que poder vivir de nuestro esfuerzo pero con la ilusión de lograr para nuestros descendientes un futuro mejor que el que a nosotros nos había tocado vivir. Gran error. Tras unos pocos años de cambio de régimen político y de incorporación a la hoy UE, parecía que todo estaba encarrilado para conseguir el tan deseado Estado del bienestar, anhelado durante tantos años de penuria y sacrificio. Y resulta que, casi de la noche a la mañana, entre cuatro cantamañanas de la política, se cargaron los pocos logros que entre todos habíamos conseguido durante tantos años de sufrimiento. Nuestros descendientes, se dice, tienen mejor formación que nosotros; pero les sirve de poco si resulta que cincuenta años más tarde se ven abocados a la misma calamitosa situación que nosotros, teniendo que hacer las maletas y salir por el mundo en busca de un empleo que les permita subsistir, mientras enriquecen con su esfuerzo y conocimiento a otros países en detrimento del nuestro, que invirtió en formarlos para que sean otros quienes se aprovechen de su formación.

Por eso, señor Rajoy, ¿orgullosos de qué España? ¿De la que acabo de describir? ¿De la de ahora, que entre unos y otros han llevado a tener una deuda pública que ya supera su PIB y que sigue generando déficit año tras año, a pesar de los recortes de todo tipo a que nos someten y haber recibido durante más de veinte años un chorro de millones vía fondos de la UE? ¿De la de los seis millones de parados y un tercio de ellos sin cobertura alguna por desempleo, y cuyos jóvenes se ven obligados a emigrar? ¿De la de los miles de niños que no tienen aseguradas sus tres comidas básicas diarias? ¿De la de los escándalos de corruptelas y prevaricación? ¿De la de la sanidad y la justicia casi bloqueadas con listas de espera insoportables? ¿De la de las pensiones casi congeladas y generando déficit de caja? ¿De cuál de ellas debemos estar orgullosos? ¡Explíquelo, por favor! Que algunos no lo entendemos.

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