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La infame carretera de Nava a Infiesto

16 de Julio del 2014 - Luis Fernández Sierra (Infiesto)

De nuevo hace escasas fechas, hemos tenido que lamentar un nuevo accidente mortal en el tramo de la carretera nacional 634 de Nava a Infiesto, que, por desgracia, no será el último si las circunstancias actuales se mantienen. A propósito de este accidente, resulta sorprendente, y a la vez bochornoso, leer las declaraciones a LA NUEVA ESPAÑA del día 2 de julio, del señor José Antonio Cuevas, concejal de Seguridad de Piloña, sosteniendo que “el estado de la carretera no justifica los accidentes”, que “la vía está bien”, y que no se explica por qué se producen tantos accidentes. Con todo respeto, señor Cuevas, si es usted usuario habitual de esta carretera como afirma, resulta inaudito que pueda hacer estas declaraciones. Está claro que vemos carreteras diferentes.

Yo, que sí sufro a diario y desde hace más de veinte años esta “vergüenza nacional 634”, veo bastante clara la explicación a tanto siniestro. No existe en ese tramo de Nava a Infiesto un solo kilómetro donde no haya habido un accidente mortal en los últimos 20-25 años (ya no hablemos de accidentes menores), y ofende a la inteligencia decir que esta carretera está bien. Una carretera con un firme totalmente deteriorado, repleta de remiendos, con blandones frecuentes, peraltes al revés, curvas con radios impropios de una nacional, los fines de semana plagada de ciclistas, a lo que hay que sumar las frecuentes nieblas y zonas húmedas... Y todo ello para una carretera que soporta entre 9.000 y 10.000 coches diarios (recordemos que con 5.000 ya sería aconsejable una autovía), muy por encima del tráfico de la propia Autovía del Cantábrico en el tramo oriental, lo que indica el grave error que supuso el trazado de esta última por la costa. La carretera de Nava a Infiesto no es que tenga puntos negros, sino que toda ella es un inmenso punto negro.

La que hace cuarenta años era la vía más moderna e importante de Asturias y motor de desarrollo en todos los núcleos de población que comunicaba se ha quedado hoy como una infame carretera, indigna para dar servicio a un municipio como Piloña que, a consecuencia, entre otras cosas, de este déficit de comunicaciones, se va quedando poco a poco despoblado, sin empresas, sin actividad económica y sumido en una progresiva decadencia.

Tenemos que recordar que Infiesto es la única villa de importancia que, no sólo no se acerca a Oviedo, sino que se aleja. Hoy se llega de Oviedo a La Espina en menos tiempo que a Infiesto (quién lo iba ni siquiera a soñar hace unos años), se han reducido considerablemente los tiempos de desplazamiento a Villaviciosa, a Grado, a Tineo, a Luarca, a Langreo; sin embargo, a Infiesto, cada año se tarda más.

Una vez consumada la gran cacicada gijonesa de llevar la autovía por la costa y no por el interior, contra los criterios técnicos y la lógica histórica, nuestros apáticos responsables políticos locales de cualquier color y desde hace muchos años, en vez luchar por nuestros intereses y reclamar las veces que haga falta las mejoras necesarias para este territorio, se dedican a tocar el violín y conformarse con lo que hay, instalados en la indolencia y la pasividad, sin haber alzado nunca la voz para reclamar la que es la única solución posible y de justicia: que cuanto antes se inicien los estudios para que, más pronto que tarde, el tramo Lieres-Arriondas sea autovía, única salida razonable para terminar con la sangría de la actual carretera y la decadencia y abandono en que está sumido todo el valle del Piloña.

Ya sabemos que no son buenos tiempos para grandes inversiones en infraestructuras, pero es necesario tener altura de miras y planificar a medio plazo la que es la única opción posible para evitar el continuo goteo de accidentes, reactivando además la economía de la zona y dando la deseada salida a Cabrales y Cangas de Onís, dejando de lado ocurrencias absurdas y más costosas como el túnel del Fitu.

Tal vez otros sean de la opinión de que la solución es dejar la carretera como está y poner más rayas continuas, más limitaciones de velocidad, más radares... Esto me parecería perfecto, si a lo que aspiramos es que Piloña sea el “Parque temático del despoblamiento y la tercera edad”. Pero, francamente, a mí me gustaría que fuera otra cosa y que nuestros hijos puedan, en el futuro, trabajar en Piloña, vivir en Piloña o, simplemente, venir de visita sin que la muerte aceche en cada curva.

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