¿Buena campaña salmonera?
Es la segunda vez que me asombro este año con los titulares sobre la pesca del salmón en Asturias. Titulares de nuestras administraciones felicitándose por los resultados y por su buena labor para contribuir a éstos. Será que el ciclo del salmón ya coincide con el de las campañas electorales.
En esta ocasión se felicitan por que han salido trescientos y pico salmones más. Mientras en otros países se hace un conteo de los que entran en los ríos y se establece el porcentaje que se puede extraer, aquí como algún iluminado piensa que han salido muchos, la conclusión es que la cosa va muy bien. Sin contar el número de cañas que han acudido a los ríos ni de qué manera se esta pescando.
Pues yo, que paso bastante tiempo en nuestras riberas, intentaré abrirles un poco los ojos, aunque sé que muchos los cierran a propósito.
Se ha concentrado a la gente en tres días semanales, llegando a tales masificaciones que incluso se han visto altercados en los pozos mas querenciosos. Esas concentraciones, aparte de crear un mal ambiente, levantan una barrera que casi ningún pez puede superar; bien porque se ha sacado, bien porque se ha pinchado en alguno de los cientos de anzuelos que encontrará en el camino.
Como ya viene siendo norma, la vigilancia es prácticamente nula. No entraré en los motivos pero, como ya he dicho, acudo bastante y salvo el Seprona, que me requirió la documentación en una ocasión, no me he encontrado con ninguna vigilancia. Ni siquiera en los cotos, donde sí me he encontrado, siendo yo el titular, con dos pescadores (por llamarlos de alguna manera), uno que usaba cucharilla estando ya prohibida, y otro que alegaba estar en zona libre.
Cuando se prohíbe usar el cebo natural para la pesca del salmón, se permite el mismo para la trucha; lógicamente, se siguen sacando salmones a cebo, lo mismo que sus alevines, que, aunque se suelten, una vez han picado a cebo natural, no tendrán ninguna posibilidad de supervivencia.
La venta del salmón, nos guste o no, sólo ha traído una consecuencia: y es su venta ilegal, eso sí, a muy buenos precios; tan buenos que ha resultado un efecto llamada y personas que por desgracia no tienen otros ingresos han visto en truchas y salmones una salida a esta situación, aparte de los oportunistas de siempre.
Nunca se habían visto tantas cañas en el río ni con tal anarquía. Sin licencias, con desconocimiento de la normativa, pescando de noche, en zonas acotadas o vedadas... Si alguien piensa que no es así, lo invito a darse una vuelta conmigo por el río.
Me gustaría que quienes ahora se felicitan fuesen a contar a día de hoy los salmones que tiene el coto de las Mestas en el Narcea, y ya no digamos desde ahí a la presa de Calabazos. Cuántos han entrado en el Porcía, o los que aún entran en el Esva o el Eo, y qué porcentaje de los que se han sacado ha sido en el Nalón, en lo que parece un nuevo filón pero donde he visto tener que tirar salmones después de pescados y congelados por el olor a alquitrán que despedían. Ésa es la realidad de cómo están nuestros cauces, y no otra.
Mientras que los que llevamos toda la vida en esto vemos un rápido declive, otros, con grandes titulares, se dan palmaditas en la espalda y hacen creer a la opinión pública que esto va viento en popa. Lo más doloroso es que quienes deberían protestar y hacer ver la realidad –que son las asociaciones de pescadores– viven un letargo que a algunos les resulta muy conveniente (lo del divide y vencerás...). Como a los de siempre sólo les interesa pasar a la historia, cuando esto se acabe, como los mejores pescadores, no como quienes lucharon para que los ríos tuvieran un futuro, ya se sabe. Teniendo a los cabecillas contentos, miel sobre hojuelas.
Ya que no somos capaces de realizar una gestión adecuada, al menos hagamos lo mas fácil y copiemos de otros países que llevan años de ventaja y con resultados muy buenos, permitiendo el manejo de una buena población que genera una riqueza importante en las zonas.
Dejémonos de censos imaginarios que atraen a turistas, que sólo vendrán una vez, la de la decepción, y busquemos un futuro más estable, que el salmón no entiende de política.
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