Selfie rajoyano

19 de Julio del 2014 - Angel Lozano Heras (Oviedo)

El selfie, una moda bastante pasada ya en Asia. Los orientales lo hacen como algo normal, pero nosotros nos emocionamos hasta extremos exagerados. El selfie es una fotografía que se hace uno a sí mismo, en solitario o acompañado, con un teléfono móvil o una tableta y se sube a las redes sociales, principalmente a Twitter, Facebook o a Instagram, para banal regocijo propio y de los amiguetes.

El asunto del selfie empezó a tomar fuerza en nuestra cultura occidental tras la famosa foto grupal tomada en la ceremonia de los últimos premios Oscar de Hollywood por Bradley Cooper y la presentadora Ellen DeGeneres. ¡Esta foto grupal colapsó Twitter con más de un millón de #retuits en cuarenta minutos! También causó mucho revuelo el selfie de Obama con la primera ministra danesa y con el primer ministro inglés, en el funeral de Mandela, y con la cara de pocos amigos de su mujer, Michelle Obama.

Se realizan selfies para mostrar diversos aspectos de las personas, como su físico, viajes, estilos de vida, festejos, logros obtenidos, pero el objetivo detrás de toda selfie es alimentar el propio ego.

Desde hace unas semanas, tras la Escuela de Verano de las Nuevas Generaciones, en la FAES pepera, todo el PP se ha sumado a la moda del selfie. Rajoy se ha hecho, cómo no, un selfie político. No; no nos referimos al selfie de los cuernos, cuando decimos que el selfie de Rajoy hace guiños a la fiesta taurina de San Fermín. Rajoy afirma que la mejora económica de España es fruto de "coger el toro por los cuernos en la crisis". Pero claro, no nos imaginamos al registrador Mariano con el BOE en la mano para protegerse de los astas de los toros en los encierros matutinos pamplonicas. El selfie de Rajoy, -que está claro que no es un underboob, ni siquiera si se lo hubiera hecho con Cospedal o con Saénz de Santamaría- es un selfie que nos muestra la zafiedad de sus políticas. Estas autofotos rajoyanas peperas distan bastante de ser tan graciosas como las que aparecen en las redes sociales; ni entusiasman a sus propios militantes y simpatizantes.

Rajoy se autograba -en este selfie político- para que los españoles nos enteremos de que es un tipo estupendo y hace de todo por nosotros, él solito o en selfies de grupo pepero. O sea, nos quiere arreglar España. Pero no dejaron debate parlamentario ni consenso en la aprobación del famoso decretazo Omnibus. Unas medidas de supuesta urgencia, tales como la regulación de los drones, la privatización de AENA, las restricciones en las salas de cine, la regulación de los faros marinos ¡Temas de urgentísima necesidad!

En este selfie, Rajoy y sus ministros alardean de excesivo optimismo, que los analistas económicos no avalan, ni el FMI ni el BCE ni la UE. La tan cacareada recuperación de España tardará en llegar más allá del 2020. La Seguridad Social sigue perdiendo cotizantes, persistiendo el déficit presupuestario, con lo que se mete mano continuamente a la hucha reserva para pagar las pensiones. Se sigue disparando peligrosamente la deuda pública y privada. Hay más desempleo que en tiempos zapateriles. El gasto familiar es menor, al tener pocos recursos a causa de los recortes, medidas fiscales y reformas draconianas. Aumentan las dificultades que encuentran muchísimas familias para llegar a fin de mes; millones de personas niños sobre todo están muy por debajo del umbral de la pobreza.

En vez de solucionar todo esto, siguen los insultos de Rajoy a los españoles disidentes con sus políticas restrictivas e inútiles (nos llama extremistas, pesimistas, agoreros, faltos de orgullo patrio y destructores de la marca España) ¡Y a mucha honra, Mariano! Pues una cosa es no caer en la depresión que usted nos endiña con sus rancias y poco creativas medidas rajoyanas, y otra, aguantar estoicamente sus bromitas de personaje de comic. Usted no es sensible a lo que ocurre en el país; solo vislumbra cómo llenar los bolsillos de los poderosos, de los ricos, de los de la casta, de los adinerados, de aquellos que le agradecen a usted y a su partido las prebendas recibidas.

Así que el selfie de política rajoyana abunda en los defectos y virtudes del nuevo virus en las redes sociales. Técnicamente ni es estético ni semánticamente dice nada. Estas autofotos quieren reafirmar personalidades débiles y rearman los sentimientos difusos. Así, esté donde esté, sea en los encierros de Pamplona, o en la playas gallegas, o en el Congreso, o en Consejo de Ministros, o en la sede pepera de la calle Génova 13, Rajoy estira el cuello y tensa el rostro para salir fortalecido de las ideas tan anacrónicas que dice mientras se autorretrata como lo que es: un político vulgar y poco empático con la realidad social de los ciudadanos españoles.

El selfie se ha convertido en la trivialidad y bobería del momento de los seres más simplones de faz mohína, de sonrisa floja, bobalicona, como Rajoy.

Se podía proponer a los españoles un concurso de selfies sobre Rajoy para las redes sociales. Un gigantesco selfie nuestro que se convertirá en viral rápidamente para mostrarle el camino de su salida política en las próximas elecciones, si es que las adelanta. Adelantarlas, eso sí que sería un buen principio de regeneración democrática en España. Y es que existen, dentro del bipartidismo principalmenete, muchísimos diputados, senadores, congresistas, alcaldes y concejales, que han perdido ya la confianza de millones de españoles, aunque se hagan selfies, powerselfies, selfie topless, belfies o #culogate, para encandilarnos.

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