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Pergentina, modelo de envejecimiento positivo

27 de Agosto del 2014 - José Antonio Flórez Lozano

Subtítulo: El día a día de una mujer rural de 88 años

Destacado: Se embriaga de música de la propia naturaleza, de armonía, de sencillez, de verdad, de humildad, de sonrisa, de paz, del optimismo y de la fuente relajante de la vida

Sin duda, nuestros mayores son un reservorio de sabiduría; catedráticos sin habilitar. Pergentina escribe día a día, instante a instante, su libro de satisfacción, vitalidad y amor por la vida. Su rostro refleja esa gran pasión por la vida. Ciertamente, la cara de la persona refleja con precisión su estado anímico, sus pensamientos, temores, miedos, inseguridades y actitudes frente a la vida. Y, por supuesto, el optimismo puede frenar esos tóxicos mentales que nos hacen más temerosos, inmaduros y enfermizos. Como decía Bach, la enfermedad es un conflicto entre la personalidad y el alma. Sin embargo, Pergentina es una mujer rural de 88 años que no tiene ese tipo de trances, me asegura que su lema consiste en la siguiente frase: ¡Ya se arreglará!, ¡Ya pasará! Una mujer que ha salido adelante con su esfuerzo personal, caminando sin mirar atrás, superando el negativismo y la conflictividad. Sin embargo, ciertamente en esta cultura posmodernista en la que prima el individualismo (“soledad acompañada”), el egoísmo, el hedonismo, la adicción al dinero y al consumo no resulta fácil encontrar un estado mental de optimismo. Pergentina nos muestra el secreto de su existencia, es decir, entender el mundo como un lugar donde pasarlo bien. Y eso, es precisamente, lo que practica Pergentina a raudales. Empero, sucede que la velocidad vertiginosa de esta vida y la preocupación extrema por el futuro pueden empobrecer nuestro presente, surgiendo la frustración y el deterioro de la autoestima personal. Pero ella ha sabido superar su inicial tendencia a la desesperanza. Dice a los cuatro vientos: “a los 100 años aún queda mucho por vivir”. Es una mujer muy optimista; su filosofía es la siguiente: “si no eres feliz, no harás felices a tus seres más queridos”. Pergentina “vive y deja vivir”; no se lamenta de su destino; la vida es un desafío constante, por eso le gusta ayudar a los otros y ver el lado positivo de todos los hechos de la vida. Pergentina es un libro profundo y extenso de plena vitalidad, de sencillez, de humildad y de satisfacción por la vida. Por eso, su existencia se aproxima a la filosofía de Tagore: “Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas”. Y para ello ha aprendido estrategias mentales sumamente operativas, eficaces y terapéuticas que le permiten afrontar con éxito los retos y obstáculos (¿traumas?) de la propia vida. Así, es capaz de disfrutar del estimulante baño de una playa, del Camino de Santiago o de un crucero sin salir de casa y, además, se siente una auténtica cocinera elaborando sus propios platos (¡los más exquisitos!). No se emborracha de regalos, de vanas ilusiones, de perfumes, de adornos materiales, y accesorios, de estilos renovados, de pendientes y collares, de juegos de azar, de brillos y glamour, de cremas de noche con micropartículas de oro. Pergentina, por el contrario, se embriaga de música de la propia naturaleza, de armonía, de sencillez, de verdad, de humildad, de sonrisa, de paz, del optimismo y de la fuente relajante de la vida. Se siente feliz en un coro; para ella descubrir la música coral ha sido un hecho maravilloso; ensaya dos veces por semana y dice que los ensayos musicales le liberan de las tensiones y preocupaciones de la vida. Asegura que la música te da fuerza para seguir viviendo; la música ha cambiado una parte muy importante de su vida; cantamos zarzuela, canciones típicas, el “Maite de Sorozabal”. Y, asimismo, dice no aspiro a triunfar en nada, sino a disfrutar aprendiendo. La música me permite disfrutar plenamente de la vida, salir del aburrimiento y de la rutina y, tal vez, ser un poco más feliz. En ella no anida el desasosiego, la angustia o el miedo. Tiene un extraordinario sentido del humor, sus bromas amenizan la conversación cada rato, tiene anécdotas muy divertidas y una risa contagiosa que emerge en cualquier momento. Degusta la vida de continuo prestando atención a todos los detalles imprescindibles, convirtiendo cada momento del día en un brindis por la existencia, en una experiencia única, en una auténtica delicia. Pergentina saborea la magia de la vida ¡Podemos aprender tanto de ella! Gracias Pergentina.

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