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La conservación de El Escañorio

2 de Septiembre del 2014 - María Paloma Villarroel Escanciano (Aviles)

Durante trece años el Ayuntamiento de Corvera no ha encontrado una fórmula para que, sin perjudicar a los propietarios de los terrenos, se garantice y preserve sin cortapisas la conservación del Escañorio y la restauración del bosque autóctono en los terrenos que ocupan actualmente los ocalitos. ¿Es acaso imposible encontrar el equilibrio entre ambos intereses? Si fuera imposible, ¿debe tener prioridad el interés particular sobre el general? Por mi parte me niego a admitir el imposibilismo como justificación de la falta de imaginación o de voluntad para encontrar soluciones.

En cualquier caso, no vengo yo aquí a proponer aquello para lo que no estoy preparada, sino a habilitar un debate sobre si la modificación del Plan Especial de Protección de la Garganta del Escañorio, que quizá sea necesaria, merece una motivación, una justificación y unos objetivos como los que la sustentan. Según los colectivos que han alegado la modificación del plan se motiva en la existencia de quejas de propietarios que no podrían extraer la madera de los ocalitos de un terreno de su propiedad, sito en la zona protegida, al estar prohibido el tránsito de vehículos a motor en la misma. El plan original no prohibía la extracción de madera alóctona, sólo que para hacerlo se utilizarán vehículos a motor. Con la actual modificación se permite el tránsito de dichos vehículos para garantizar el derecho legal de los propietarios a la extracción de la madera, pero ¿no convierte este motivo en secundario el objetivo principal que subyace en el Plan, a saber: la protección real del espacio natural y su regeneración? A mí sí me lo parece. Por otro lado, ¿consta en el expediente un estudio realizado por expertos, por técnicos medioambientales, que venga a garantizar de manera prístina que el tránsito de vehículos a motor no perjudica la conservación del espacio o el anidamiento de las especies protegidas? En sus trece años de vigencia, ¿se han establecido mecanismos de compensación de los particulares que permitieran garantizar el verdadero objetivo del plan: la conservación y regeneración del Escañorio? Por otro lado, ¿hay un estudio arqueológico detallado de la zona que pudiera ser afectada por la facilitación del tránsito de vehículos a motor, aunque no se ubiquen en la zona especialmente protegida por su valor natural?

Si la motivación para que se decida la modificación del Plan son las quejas de los particulares, la justificación argumental es que permitiendo el tránsito extraordinario de vehículos mecánicos se logrará solventar un grave problema en la zona: la proliferación de ocalitos. Este argumento, aparentemente incontestable pone significativamente el foco justificativo en otro de los objetivos iniciales del plan: la regeneración del bosque autóctono. Sin embargo, ¿cómo se garantiza esa restauración ambiental? Dado que los ocalitos se regeneran con facilidad si no se destruyen sus tocones, ¿piensa el ayuntamiento obligar a que se extraigan estos para evitar su regeneración? ¿Va a obligar a que se planten árboles autóctonos para completar dicha restauración? Evidentemente ni lo uno ni lo otro: lo uno porque el coste de la extracción de los tocones es excesivo para los propietarios, como lo sería la utilización de medios no mecánicos para la extracción de la madera. Y si se crean ayudas para la extracción de los primeros lo mismo podrían ofrecerse para la extracción de la segunda. Lo otro porque el dueño tendrá algo que decir, y podrá decidir convertir en monte lo que fue un ocalital.

Desde el punto de vista de la conservación del espacio los destrozos que ocasionan los medios mecánicos parecen indudables (y aún visibles los del año 2012 en la zona). Por tanto las consecuencias de su uso, las manchas de aceite, los ruidos, el desequilibrio en el hábitat de las especies que allí anidan (aunque se prohíba la explotación maderera en época de anidamiento) parecen contradecir el espíritu del plan sin proponer una verdadera solución al choque de intereses entre el legítimo derecho del particular a explotar su plantación y el derecho general a mantener para las futuras generaciones el único espacio protegido de esas características de la comarca. Sin duda este país tendrá que dar, sin subterfugios, un salto hacia adelante en la concienciación ambiental si quiere estar a la altura de los países del norte de Europa. No me atrevo a asegurar que con dichas motivaciones y justificaciones el ayuntamiento de Corvera haya elegido ese camino.

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