Aborto

22 de Agosto del 2014 - Mercedes Rodríguez de Castro Peláez (Los Campos (Corvera))

Quiero gritar y no puedo, quiero sentir y no siento, ser y no soy, quiero tener y no tengo, edad, ni raza, ni color de piel, ni país, no tengo nombre ni apellido, soy una mujer.

Vivimos en la etapa más regresiva de la democracia, el actual gobierno quiere volver a poner a la mujer en casa pariendo hijos, cuidando de los mayores, y esperando al compañero, no es capaz de entender que ya no somos lo que fuimos, no queremos ser el papel secundario de esta película que dirigen para nosotras pero sin nosotras, queremos ser las protagonistas de nuestra vida y tomar las decisiones que consideremos oportunas sobre nuestro cuerpo, sin que por ello seamos juzgadas y condenadas por falsos hipócritas a los que no les importa usarlas como material desechable.

Es deleznable lo que se pretende hacer con el cambio de legislación, las mujeres ya no queremos que nos protejan de nosotras mismas, no queremos guardianes de la moral inquisitorial que nos coloquen un cinturón de castidad y que nos castiguen con el látigo cuando no respondemos de la forma que ellos tienen pensada para nosotras, queremos algo que está escrito que no se le puede negar a nadie, la libertad, libertad de pensamiento y de actuación, libertad de equivocarse y de rectificar, en definitiva la libertad de un ser humano.

La iglesia católica ha presionado durante todo este tiempo para este cambio, es muy de tener en cuenta su preocupación por el nonato, me pregunto cómo es posible que no estuvieran tan atentos en la condena a esos miembros de la iglesia que apartaron del lecho materno a unos bebes queridos y deseados por ellas para entregarlos a mujeres que ellos consideraron más idóneas, por supuesto por una compensación, ¿cómo no pensaron en su dolor? , quizás sea porque el dolor de algunas mujeres sea menos que el de otras, (sobre todo si estas otras pertenecen a la clase pudiente) la iglesia siempre tan atenta a los deseos de los poderosos, debe de ser muy fácil juzgar a las mujeres, desde luego mucho más que hacerlo a uno mismo porque si no, no se entiende que esa misma iglesia , todavía no halla expulsado de su seno a esos elementos podridos que convirtieron la vida de cientos de niños en un infierno, esos que ponen el dedo acusador sobre nosotras y que tanto dicen defenderlos no miraron sus ojos de terror cuando violaron sus cuerpos y sus mentes bajo una autoridad de la que no eran capaces de escapar, mantenerlo en silencio no hace que desparezca y convierte a toda la iglesia en cómplice de algo que debería, de hacerles palidecer de vergüenza.

¡Cómo se atreven a juzgarnos!, en el nombre de quien lo hacen, ni se les ocurra decir que en el de Dios, porque Él les hubiera expulsado de sú iglesia como arrojo a los fariseos del templo.

Religiones y credos, culturas y sociedades consideran a la mujer como un estigma, como una mancha, como algo complementario, que molesta pero de lo que no pueden prescindir. Por esa misma razón a lo largo del tiempo y hasta la actualidad la mujer ha sido, subastada, vendida, comprada, utilizada como botín de guerra, violada y asesinada, ( incluso por aquellos que un día dijeron, te quiero) entre la burla de los canallas y el silencio de los cobardes.

Por eso quiero manifestar en nombre de todas ellas y en el mio propio que, antes que hija, que hermana que esposa que madre, antes incluso que mujer soy una persona libre y exijo mi derecho a ser tratada como tal.

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