Y dale con Podemos
La irrupción de Podemos en el panorama político está suscitando un extenso debate que, en cascada, se distribuye desde lo más alto y termina por derramarse por el nivel de las calles. Esta misma sección recoge cada poco opiniones de ciudadanos que manifiestan un pasmoso desconocimiento del fenómeno, pues se limitan a repetir lo que dicen los distintos medios, sin mostrar el menor atisbo de ideas de elaboración propia y, todo lo más, mencionan la imagen personal del más destacado representante de la formación, como si ello fuera un aspecto determinante en cuanto a sus capacidades. Si bien este detalle le sitúa inequívocamente en un lugar y no en otro, como, por ejemplo, a Rita Barberá o al Papa de Roma.
Quien crea que esta agrupación sólo tiene como sustento electoral a unos cuantos melenudos ociosos aturdidos por sustancias psicotrópicas se equivoca, y por mucho. En mi entorno encuentro votantes y decididos simpatizantes de todas las clases como licenciados con reconocido éxito profesional, funcionarios, autónomos, también parados, obreros de infantería, estudiantes, artistas, jóvenes, viejos... en fin, un espectro rico y variado aglomerado especialmente por el desengaño que provocaron las clases dirigentes de un sistema descompuesto y expoliado sin sonrojo. También la sordera demostrada durante todo este trayecto doloroso -¡que no nos representan!-, que el grito reiterado de mucha gente fue sistemáticamente desoído por quienes nunca consideraron la posibilidad de un cambio verdadero del estatus que les convenía.
Ahora parece que los tradicionales partidos de izquierda se mueven, ya no quieren todos salir en la foto estática del aparato y se desmarcan presentando candidatos atractivos que hablan como si entendieran al pueblo llano. Hasta en el PP, además de su estrategia de asustar con que viene el lobo feroz, surgen atrayentes personajes con verbo conciliador. Demasiado tarde, a mi ver, muchos ya no podemos confiar en esas aparatosas estructuras de supervivencia envilecidas y cautivas de intereses no pocas veces alejados del bien general.
No obstante, si los partidos clásicos han reaccionado, al fin, siquiera por contener su hemorragia electoral, algo es, y se debería afirmar entonces que Podemos ya hizo su primer servicio.
Y sí, somos antisistema, hay que decir que a mucha honra. También lo fueron Mandela, Luther King, Mary Wollstonecraft, Galileo o Gandhi, por citar a los muy relevantes, ya que si el sistema es Fabra, Bárcenas, Serra, Mato o cualquier especulador analfabeto y millonario, uno es libre de querer estar fuera.
Si otros se encuentran cómodos y representados en el mecanismo actual, allá ellos. Yo solicito respeto a quienes discrepamos y, democrática y legalmente, hemos encontrado una pequeña ventana por la que pretendemos pase el aire.
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