Una muy buena persona
Por medio de esta carta quiero rendirle un pequeño homenaje a un amigo fallecido el pasado 24 de junio cuyo nombre era José (Bombero). Para mí, como persona, era el mejor compañero, buen amigo... una persona íntegra, honrada. Todos los calificativos que se me ocurran le quedan cortos. Nos deja un vacío muy grande, pero también un gran tesoro: los recuerdos de los muchos y muy buenos momentos que vivimos Abel, Luis y yo contigo.
Fuiste una muy buena persona; alguien de quien se podía aprender y a quien se podía admirar por su calidad humana, sencillez, humildad; pero sobre todo por su valentía y su fuerza.
José, descubriste el verdadero propósito de tu vida en las montañas y sin ellas tus ojos no tenían luz.
Como me dice mi gran amigo Luis Casero, vivir la vida es como si subieras a una montaña, sé firme y vive cada momento. Y también el camino de la montaña, como el de la vida, no se recorre con las piernas sino con el corazón.
La montaña no es como los humanos. La montaña es sincera.
José, como atleta, tenías una condición física privilegiada, poseías algunas de las características imprescindibles para el deporte: potencia, resistencia, flexibilidad y, sobre todo, una fuerza mental y capacidad de esfuerzo tremendas.
También decir que había una constante en tu vida: dedicarte en cuerpo y alma a cualquier cosa que decidieses hacer.
Toda la gente que te conocía coincide al asegurar que siempre transmitías ilusión, alegría y energía.
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