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Contra la dictadura del proletariado

5 de Septiembre del 2014 - Julio García García (Oviedo)

Sobre Sobre el alzamiento del 18 de julio de 1936 queremos hacer unas puntualizaciones que no son “políticamente correctas”, según los fuerzas dominantes, pero que corresponden a la realidad que me ha tocado vivir.

El alzamiento del 18 de julio de 1936 no fue de carácter estrictamente militar, sino cívico militar, pues la parte del Ejército que se levantó contaba con la participación de las fuerzas civiles contrarias al Frente Popular. Y así ocurrió.

No fue un alzamiento contra la República como forma de Estado, sino contra el Gobierno del Frente Popular, que no es lo mismo.

En la zona nacional había muchos republicanos, muchos indiferentes y pocos monárquicos.

Tampoco fue contra un Gobierno democrático legítimo, pues hoy está documentalmente probado que el Frente Popular consiguió la mayoría absoluta de forma fraudulenta. Por la renuncia irrevocable del presidente del Gobierno, señor Portela Valladares, que no hizo caso del presidente de la República, señor Alcalá Zamora, ni de los partidos de centro-derecha, que le pedían que debía seguir hasta que se celebrase la segunda vuelta y se conociesen oficialmente los resultados definitivos, como era su deber, propició que el 19 de febrero, a los tres días de las elecciones, llegase al poder el Frente Popular, presidido por D. Manuel Azaña. Así se falsificaron actas, se formó una comisión parlamentaria para revisar actas que actuó sectariamente, se hizo la segunda vuelta a gusto del Frente Popular que falseó los resultados, etcétera. Así lograron ilegalmente más de 50 actas de diputados que les dieron la mayoría absoluta.

Pero, además de esa ilegitimidad de origen, el Gobierno del Frente Popular fue ilegítimo en el ejercicio del poder, pues a partir del 19 de febrero desapareció la República democrática y el Estado de derecho y se estableció el poder real y arbitrario de la parte más extremista del Frente Popular, que mandaban sobre vidas y haciendas. Y así lo prueba la situación de la anarquía, desorden y violencia que vivió España. He aquí unos datos: desde el 19 de febrero al 13 de julio de 1936, en sólo cinco meses, hubo 330 muertos en actos violentos, 1.511 heridos, 170 iglesias destruidas, 250 incendios provocados, 215 agresiones personales, 153 atracos, 124 huelgas generales provinciales, 35 huelgas parciales, 9 expulsiones de párrocos, etcétera.

Es una irritante falsedad, que conocemos bien los que vivimos aquellos acontecimientos, que se afirme con énfasis y continuamente que las fuerzas del Frente luchasen en defensa de la República, de la democracia y de la libertad, pues esos principios son absolutamente incompatibles con las ideas del materialismo dialéctico, del materialismo histórico, de la revolución y de la dictadura del proletariado, que es por lo que luchaban las fuerzas marxistas dominantes.

Así nos los demuestran las experiencias pasadas y presentes de los regímenes comunistas.

Otra cosa es las posturas que esas fuerzas tengan actualmente. Pero aquello fue otra cosa.

También es falso que las fuerzas nacionales fuesen fascistas y reaccionarias, pues su nota común era el sentido católico de la vida, del hombre y de la sociedad, incompatibles con los regímenes llamados “fascistas”.

La ayuda militar de Alemania e Italia no fue por afinidad ideológica como demostrarían hechos posteriores, sino porque dichos países no querían que en España se estableciese un sistema comunista similar y subordinado a la Unión Soviética.

El alzamiento nacional fue para impedir el establecimiento en España de la dictadura del proletariado.

Es decir, que la guerra civil fue un enfrentamiento armado entre los que querían imponer la dictadura del proletariado, que creían que era la solución justa para destruir la injusta situación en que se encontraba el proletariado y destruir el sistema capitalista, y los que creían que la justicia social solamente era posible desde los principios cristianos, sin caer en los graves errores marxistas.

Julio García García,

Oviedo

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