Leonores de España
Hay que agradecer al escritor D. Fernando Monreal que nos haga partícipes de sus viajes por Europa. En el último, que titula “Mi encuentro con una reina. Conversación imaginaria con Leonor de Castilla” publicado en “La Nueva España” de 23 de julio, relata, en amena prosa, su visita al panteón de la abadía de Westminster y su encuentro allí con la reina consorte de Eduardo I de Inglaterra, con quien se casó en las Huelgas de Burgos. Le contó Leonor que su marido la quería muchísimo, y a quien dio muchos hijos. Habla también Leonor sobre la participación de su marido en la novena Cruzada, inspirada por Luis IX de Francia, que tantos muertos y tan malos recuerdos dejó.
Por su parte, Fernando Monreal aprovecha para poner a Leonor al corriente sobre la situación en la España de hoy, con el rebrote de los nacionalismos, que nos llevan a los reinos de taifas. Esto apena a Leonor y le recuerda que su padre Fernando III el Santo tanto hizo por la unión de Castilla y León, y pide al viajero que en su próximo visita le traiga mejores noticias. ¡Que así sea y que lo veamos!
Seguramente por discreción, la española-inglesa Leonor de Castilla y de Ponthieu –tras siete siglos encerrada en Westminster– olvidó decir que el rey Eduardo I, a quien el pueblo llamaba “el de largas piernas”, por sus muchas correrías de guerra, fue sumamente belicoso y cruel, en su empeño de unificar Gran Bretaña con la oposición natural de escoceses y de galeses. Y, no tanto por discreción como por modestia, tampoco contó Leonor que su primer hijo, Eduardo II, fue llamado Príncipe de Gales a título de consolación para los galeses por la anexión forzosa de su territorio a la corona inglesa. El silencio de Leonor sobre si Eduardo descansaba en Westminster, y si junto a ella o junto a su segunda esposa, es perfectamente comprensible.
En la historia de Castilla e Inglaterra abundan las reinas Leonores y Eleanores, cuya mención concita el interesante artículo glosado. Entre ellas destaca con luz propia Leonor Plantagenet, reina de Castilla por su unión conAlfonso VIII, el de las Navas; hija, nieta, esposa, hermana y abuela de guerreros y guerreras; casó a cuatro de sus hijas con reyes; a Berenguela con Alfonso IX de León; a Blanca, con Luis VIII de Francia; a Leonor, con Jaime I de Aragón, y a Urraca, con Alfonso II de Portugal. Su único hijo Enrique, el rey niño, murió porque le cayó –o le tiraron– una teja. Y tuvo dos nietos reyes y santos, de Blanca, S. Luis y de Berenguela, S. Fernando, a quien su esposa Juana de Ponthieu le dio por hija a la española inglesa Leonor sobre quien versa el citado artículo. Constanza, la otra hija de la inglesa-española, Leonor Plantagenet fue dotada como abadesa de la abadía de Nuestra Señora del Real de las Huelgas. Allí, al lado de Alfonso y al cuidado de monjas blancas, reposa Leonor. Labrados en la piedra de su sepulcro, tres leopardos coronados proclaman su linaje.
José María Izquierdo Ruiz,
Oviedo
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