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Pujol no encontró el momento

29 de Julio del 2014 - Luis García Oliveira (Gijón)

Pujol no encontró el momento

Cuando tan sólo habían transcurrido unas pocas horas de la auto inculpación del ¿Sr? Pujol como confeso defraudador fiscal, la magnitud del escándalo era ya monumental. La noticia sobre el ya degradado exhonorable corrió como la pólvora por las redacciones de todos los periódicos y del resto de medios de comunicación.

Transcendió también que el fraude económico reconocido –aún pendiente de concretar fidedignamente– muy bien pudiese ser, tan sólo, la punta del iceberg que el ex aún logra mantener bajo el nivel de las turbias aguas en las que tan diestramente ha sabido nadar y guardar la ropa durante varias décadas de opacidad operativa en la primera línea de la política catalana.

Muy acorralado se tuvo que ver por las circunstancias inculpatorias el extitular de aquella quimérica honorabilidad como para optar por una autoinculpación light, como mal menor, frente a otros posibles escenarios a los que, por vía policial o judicial, debiera verse obligado a pisar.

De otra parte, la imagen pública que tanto él como buena parte de su más directa parentela ofrece ahora a la ciudadanía en general es demoledora para una ya irrecuperable credibilidad, tanto la propia como la de un clan familiar demasiado empapado en tintes de carácter mafioso. Por muy bajas horas hay que transitar para utilizar como argumento exculpatorio de un multimillonario fraude a la Hacienda pública –sostenido y ocultado nada menos que durante treinta años– el de no haber encontrado el momento para regularizar esa inconfesa situación fiscal. Una excusa que, por peregrina, resulta públicamente insultante y personalmente patética.

Con toda probabilidad, de este desenmascarado impostor podrán decirse bastante más cosas –y no precisamente mejores– sobre su larga y fraudulenta travesía por las procelosas aguas híbridas de la política y las finanzas.

En todo caso, y al igual que cualquier otro delincuente que no encuentra salida a la situación, es seguro que se defenderá de cuanto le imputen como gato panza arriba, probablemente poniendo en marcha ese último recurso del ventilador sobre las hedientas aguas fecales en las que tan frecuentemente se guisan las prácticas políticas.

Y ya ha dejado un primer aviso para los navegantes de su misma calaña que se sientan tentados a hacer leña del árbol caído: ¿Y qué coño es eso de la Udef?, porque las policías políticas siempre han sido muy peligrosas para la democracia, ha dicho públicamente, amenazante y con un rostro aún más duro que el hormigón armado.

Y es que la unidad de delincuencia económica y fiscal (Udef) es el coco de todos los delincuentes de guante blanco: cuando actúa, saben éstos muy bien que hay bocado sobre el que morder en firme y que hincará sus dientes hasta el tuétano de lo investigado. ¿Cómo no van a intentar desprestigiar esa labor todos los cacos de la misma camada delictiva?

Luis García Oliveira

(28 de julio de 2014)

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