Pilar Asenjo, in memoriam
El pasado lunes me enteré del fallecimiento de la Madre Pilar Asenjo, noticia no por esperada, menos triste.
Monja de las Teresianas, había colaborado mucho con el Movimiento de Cursillos de Cristiandad, en unos tiempos que no me atrevo a calificar de más fáciles o más difíciles, pero sí distintos.
Estamos acostumbrados a ver la ceremonia de entrega de los Oscar, o de los Goya, en las que dedican un momento de homenaje a los que se han ido ese año; nosotros no tenemos esas ceremonias, así que me gustaría que estas líneas sirviesen para hacer ese pequeño homenaje.
Seguro que a mucha gente joven no le dirá nada su nombre (juventud, divino tesoro), pero para los de la vieja guardia viene unido a muchos y buenos recuerdos. Era, sobre todo, una mujer buena, que pensaba que lo mejor que tenía lo llevaba en su corazón: su fe, su amor por los demás, y el hecho de saber que Cristo la amaba (que nos ama a todos) inmensamente.
Su nombre y su imagen ya están unidos a los de tantos y tantos que nos precedieron en cruzar a la otra acera, y a los que quiero rendir un humilde tributo: José Manuel, Uría, Bardales, Ángel Piñón, Héctor, Víctor, Resti y Gloria, Ignacio y Pilar, Ana Charterina, Jesús Cabal, ahora la Madre Pilar, montones de personas (y cristianos) que nos ayudaron a crecer como personas y como cristianos.
Creo que la Capilla del Colegio de las Teresianas en Oviedo estaba llena de gente para darle un último adiós y una oración de despedida. La echarán la echaremos de menos, y aunque sepamos que ahora está en la mejor situación para ella (más junto al Padre que nunca), eso no hará que no sintamos el dolor por su ausencia.
Ella contribuyó mucho a esos 12428 cursillistas actuales en Asturias (hoy, 12427). Te digo algo que alguien me dijo en uno de esos Cursillos, y que creo que es lo mejor que se te puede decir: que Dios te bendiga.
Descanse en paz.
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