El padre de Rock Hudson
Querido José Manuel Ponte: Me alegro de que un episodio tan original como aquel culebrón de verano, que creo que ocurrió en otoño, del padre de Rock Hudson nos actualice algunas curiosidades de nuestro pasado en activo, por cierto muy activo. Me citas como actor, junto con Vélez y Luis José Ávila, éste en sus años en "La Voz de Asturias", en aquella carrera a la caza del famoso actor que se había desplazado a Asturias para visitar a su padre, ingresado en un geriátrico de Pravia. Siento defraudar a tu memoria que, como la mía, empieza a perder la concreción de algunos datos de la letra, aunque la música siga sonando bastante bien.
Yo no fui con Vélez al aeropuerto, como dices, en busca del famoso actor, aunque bien pudiera haber ocurrido así. Pero no. Aunque más tarde, aquella porfía dio resultado y alguien, tal vez el propio Vélez, inolvidable y muy querido compañero, logró hacer fotos del supuesto Hudson, pero no en el aeropuerto sino en el tren del Vasco, hoy FEVE, medio en el que se movía para alcanzar su destino El misterioso viajero, hombre de buen porte y lejano parecido con el astro del cine, aclaró quién era verdaderamente: un buen hijo que visitaba a su padre, antiguo emigrante en Argentina.
Mi papel en aquel simpático affaire fue de mero notario de la realidad. Con motivo de un viaje con Vélez a la comarca praviana para realizar un reportaje, en el periódico me pidieron que intentara esclarecer lo que pudiera de aquel embrollo, que traía de cabeza no solamente a la prensa asturiana sino a algunos reporteros madrileños. Y ya en Pravia, me acerqué al asilo, y después confirmé lo que allí me dijeron con algunos amigos, generalmente muy bien informados del ajetreo praviano, Clariván y Luis Álvarez. Ambos me aclararon el caso y, sin cambiar una coma, lo trasladé a la dirección del periódico. Con el tiempo, alguien intentó resucitar la vieja historia, pero la realidad volvió a destrozar la exclusiva.
Pero no fue ese el único bulo que circuló por los medios asturianos durante mis años jóvenes, de reportero para todo. Buscamos también el origen del alcalde de París, después presidente de la República, Jacques Chirac, porque nos había llegado, sabe Dios de dónde, el rumor de que había nacido en Ablaña, que era un niño de la guerra y adoptado por una familia francesa. Incluso recibimos llamadas de algunos periódicos de Madrid interesándose por tan curiosa noticia. Y tengo la vaga idea de que llegó a sus oídos y de que él mismo acabó definitivamente con el rumor itinerante.
Y no concluyeron ahí las serpientes de verano, porque por algún tiempo en numerosos medios nacionales se siguió la pista al origen zamorano nada menos que de Walt Disney. Inútil lo de Chirac e inútil lo de Disney, pero la ilusión juvenil a la caza de exclusivas formó parte de nuestro aprendizaje y fomentó un estimulante espíritu de superación.
Querido José Manuel: es bueno forzar la memoria para que no entre en pereza, que sería mal síntoma. Yo con la mía intento ayudar a completar la tuya acerca de aquel curioso episodio, que ahora otro reportero de nuestro tiempo, Antonio Amilibia, ha exhumado para regocijo de quienes te hayan leído y de quienes recuerden el episodio.
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