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¿De la tolerancia a la dictadura ideológica?

31 de Agosto del 2014 - José Luis Lafuente Suárez

Con el Gobierno de Zapatero se introdujeron en España tanto de facto como de iure dos enemigos de la familia, la ideología de género y el relativismo, cuyos efectos perversos estamos desde entonces padeciendo y a los que debemos enfrentarnos para impedir que se desarrollen en toda su extensión y objetivos. Entre éstos está el llegar a imponer una dictadura de pensamiento único que, aun extendiéndose de manera sutil y semiencubierta, no deja de constituir un instrumento al servicio de un totalitarismo ideológico equivalente a los dos que pretendieron su implantación en el siglo pasado convirtiéndolo en el más cruel de la historia de la humanidad.

Basados en los principios sesentayochistas del siglo XX pero con un cambio de táctica, han pasado de despreciar al matrimonio natural, entre hombre y mujer como origen de la familia, por considerarlo como una simple fórmula documentada (es sólo un papel firmado...) a buscar primero la tolerancia y después pretender la equiparación al mismo de las que denominan nuevas familias, tomando como punta de lanza el matrimonio homosexual, artificial en contraposición al real, avanzando en la reproducción asistida, el aborto como método anticonceptivo e introduciendo sigilosamente la maternidad de alquiler y el pretendido derecho de adopción de las parejas homosexuales. En este sentido, junto con otros intereses, no siendo por supuesto los menos importantes los económicos, utilizan de manera torticera un presunto derecho al respeto a la identidad definido sobre el reconocido derecho a la igualdad, dando a su infantería las que entienden como armas precisas para desmontar la sociedad -fundamentalmente occidental, al menos en principio- fundada sobre las tradiciones filosófico-jurídicas grecorromanas y religiosas judeocristianas. No olviden el acrónimo LGBT del cada vez más presente lobby o grupo de presión de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales.

Subtítulo: La ideología de género y el relativismo como enemigos de la familia

Destacado:Basados en los principios sesentayochistas del siglo XX pero con un cambio de táctica, han pasado de despreciar al matrimonio natural, entre hombre y mujer como origen de la familia, a buscar primero la tolerancia y después pretender la equiparación al mismo de las que denominan nuevas familias, tomando como punta de lanza el matrimonio homosexual

No se crean ustedes, amigos lectores que tengan la paciencia de seguir estas líneas, que se trata de una exageración por mi parte. A los supuestos citados de pretendida igualdad, en nuestra patria se suman iniciativas legislativas a nivel de comunidades autónomas (Andalucía, Cataluña y ¿sorprendentemente? Galicia) por medio de las cuales se pretende llegar a sancionar -en vía de principio administrativamente, es decir, con multas pecuniarias- aquellas manifestaciones de opiniones contrarias a las ideas LGBT sobre las diferencias de sexos o identidad sexual, matrimonio homosexual, adopción o adquisición de paternidad por arrendamiento, entre otras. Tales iniciativas que han de recibir el rechazo social por constituir un intento de introducir la persecución de las ideas, el delito de pensamiento, son acordes con el traslado al ámbito íntimo de las relaciones personales de la intervención estatal, sustituyendo la idea marxista original de la lucha de clases por la lucha de sexos, propia de la ideología de género.

Es decir, que, de tener éxito tales iniciativas, el firmante de ese artículo podría ser expedientado presuntamente por entender que la defensa de la familia y del matrimonio natural constituyen apología de la discriminación y de la mal llamada homofobia ¿?.

En conclusión, se quiere olvidar así que, como afirmaba Bobbio, la justicia consiste en tratar igual a los iguales y desigual a los desiguales, por lo que no puede encontrarse discriminación en la consideración diferente de las distintas situaciones, y que los derechos del hombre (y de la mujer en igualdad) derivan de su dignidad como tal, con independencia de cualesquiera otras condiciones (sexo, edad, estado civil, salud, condición religiosa, formación) no existiendo como tales, derechos en función de grupos, ya sean heterosexuales, homosexuales o, dicho sea con todos los respetos y animus iocandi, de un equipo de fútbol sino simple y llanamente porque están formados por hombres (genérico) con toda su dignidad.

Tengamos en cuenta que sólo de nosotros depende la construcción de la sociedad que queramos darnos y que, ahora y siempre, es la familia, la de verdad, la que es el escudo protector ante la adversidad.

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