El que no llora, no mama
Opinar públicamente de ciertos temas conlleva el riesgo de ganarse más de una antipatía y algún enemigo, aún así, hay ciertas cosas que por muy moderado que uno quiera ser, cuesta mirar para otro lado y dejarlas pasar sin decir esta boca es mía.
El consejo de ministros del viernes 1 de agosto (último antes de las vacaciones) aprobó entre otras cosas según los medios- una especie de amnistía fiscal para los jubilados que cobran pensiones del extranjero y que no las declaran, dándoles un plazo de seis meses a partir del 1 de enero de 2015 para regularizar su situación fiscal, sin recargo ni sanción, siempre que liquiden las cuotas tributarias de los últimos cuatro ejercicios fiscales, que según la normativa vigente, aún no han prescrito.
La medida, es de suponer que resultará satisfactoria a quienes se ven pillados en esa situación; en cambio, no deja de ser una moneda de dos caras ya que en mi opinión- genera un agravio comparativo para cuantos otros hemos cumplido con nuestras obligaciones fiscales desde el primer año en que se nos concedió el derecho a ese tipo de pensión , y que vemos que ahora después de tributar en España durante diez, doce, quince o más años, quienes se escaquearon de sus obligaciones fiscales, se van a librar de sanción ni recargo alguno, pagando la cuota tributaria de los últimos cuatro años sin más. Si esto es justicia fiscal, que venga Dios y nos lo cuente, porque algunos no lo entendemos.
Si lo que Hacienda pretende es atender el alegato de quienes dicen que desconocían su obligación de declarar dichas pensiones, entonces lo justo sería, que nos devolviese las cuotas pagadas a cuantos hemos tributado por más de los cuatro años que ahora se les reclama a estos que no cumplieron con su deber tributario desde el primer día. De lo contrario, algunos seguiremos pensando que esto es injusto y un agravio comparativo que se nos hace a quienes quisimos cumplir con nuestra obligación tributaria desde el primer día.
Doy por hecho que mi opinión va a costarme más de una antipatía, pero en honor a la verdad, como esto es lo que pienso y entiendo, lo digo sin tapujos, pese a quien pese. O Hacienda somos todos, o esto se convierte en una charca de ranas, imperando el cachondeo de el que no llora no mama.
José Luis Álvarez Lauret
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