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Las tres fuentes del poder

28 de Agosto del 2014 - Jorge González (Oviedo)

Parafraseando a Lenin (en su obra "Las tres fuentes del marxismo"), si se nos permite, vamos a hacer aquí el análisis, creemos, de las tres fuentes del poder que en estos momentos tiene Podemos (y ello sin entrar en personalismos, sino simplemente en cuestiones ideológicas).

1) Primero, en el movimiento de los indignados surgido a raíz del 15 de mayo de 2011. El fenómeno social, con amplia repercusión mediática e internacional, cuyo ideólogo es, sin duda, el escritor y diplomático francés Stéphane Hessel, uno de los redactores de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 y autor del libro "¡Indignaos!". En este movimiento se desataron las iras de una joven población (sobre el culto a la juventud hablaremos en otro momento), que se creía harta de los políticos, estamos hartos de que los políticos no nos hagan caso, clamaban, como si la clase política actual, surgida de la democracia del 78, fueran unos extraterrestres sin conexión que hubieran venido del vacío sideral. Este movimiento, aunque con alguna comprensión, pero muy lejos de sus argumentos, sino en la línea de los jóvenes sin trabajo (por cierto, algunos de ellos pertenecientes a familias bien posicionadas, económicamente hablando), suscitó un amplio eco internacional, en el cual, según algunos, estuvieron involucrados los movimientos, entre otros, de asalta Wall Street y la Primavera árabe (mucho hay que decir de esta supuesta primavera). En todo caso creó el caldo de cultivo favorable a que un grupúsculo de profesores de la Facultad de Ciencias Políticas de la Complutense (pertenecientes muchos de ellos a las juventudes de IU), empezase a replantearse el papel político que podían jugar dentro de un espacio democrático sin interrupciones (léase, partitocráticas). En ese caldo de cultivo, que arrinconaron, recordemos, varias veces a los políticos al uso (los de la casta), surgieron unos líderes que veían, por aquel entonces, su horizonte de futuro en la Venezuela chaveziana.

2) Segundo. Los resentidos y desencantados de la izquierda (léase de todas las izquierdas), que ante el discurso de Podemos no pudieron ocultar sus iras contra sus antiguos compañeros. Creyeron, en su malignidad, que por fin había llegado el fiel aliado capaz de hacer temblar a aquellos botarates del aparato que tan prepotentemente habían tumbado sus ansias de poder (de poder llegar a algo, quién sabe si corrupto o no). De hacer temblar a aquellos, incluso, afiliados de base, que confiaban ciegamente en la cúpula del poder, y ante lo cual ellos no podían hacer nada porque no habían podido ni siquiera sacar una concejalía (y ello a pesar de haber sido, sus compañeros políticos, elegidos democráticamente, pero, ¿qué es la democracia?). Se sintieron ofendidos, vituperados, y replegaron alas en espera de tiempos mejores. Esos tiempos ya han llegado, se llama Podemos.

3) Tercero. Y lo peor de todo (en lo que a captación de votos se refiere), los del ala oeste de la izquierda, esos individuos flotantes (por carecer de idea institucional e incluso partitocrática), que sin haberse involucrado jamás en un proyecto político (sea éste de partido o no), han creído ver las puertas abiertas de su voto solidario con el partido de Pablo Iglesias. Esos son, como muy bien sabe Iglesias, la inmensa mayoría de los votantes, que descerrajándose del PSOE e IU, acabarán con sus votos en Podemos (según las encuestas). Amplia mayoría de la población de la izquierda diletante y divagante, que, sin sentido institucional, creen, en su ingenuidad, que un país se libra con las ganas y el deseo (movidos, seguro, por el subjetivismo actualmente imperante, amplificado, eso sí, por los medios de comunicación). Sin comprender que para que un país funcione hacen falta instituciones. Instituciones, sí. Políticas, jurídicas e incluso militares (aunque esto no lo ignora Pablo).

Pero esto es otra historia.

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