Destino, Boal
Puede ser que el enunciado invite a pensar que hago una propuesta de viaje de esos que tanto gustan a las casas comerciales, pero no, hoy no toca excursión. Lo que deseo es manifestar mi agradecimiento a un sacerdote humilde, próximo, accesible para todos, muy querido para mí y, sin duda, para sus feligreses: don Adán Fernández García, quien, desde hace unos años, es párroco de La Espina, Bodenaya, Ardesaldo, Lavio, San Vicente, Godán, Viescas, Cermoño y Soto de los Infantes (pertenecen todas estas parroquias a la UP de Salas.)
Querido Adán:
Durante los años que has estado al frente de estas parroquias no te faltó nunca ilusión en cuantas tareas has realizado, son parroquias dispersas y hay que desplazarse bastante para los oficios y darse por contento si acuden dos o tres fieles (que alguien me diga si no hay que tener ilusión para atenderlas), pero el servicio de tu ministerio es tu máxima en la vida desde que siendo un niño escuchabas las campanas invitando a la misa.Y sé que el mayor disgusto que tuviste en esa época fue una regañina por algún despiste de las notas, o el cole, y te dijeron: hoy no vas a misa... ¡qué llorera!, ¡qué disgusto! ¿Que cómo lo sé?... Ahhh... también sé que nunca más te han repetido el castigo, ¡menuda es tu madre! (ahora sí, te has desquitado con creces).
Ha llegado otra etapa en tu camino, otra vez toca hacer las maletas y sé que una la llevas repleta de esperanza, responsabilidad, ganas de trabajar con y para tus nuevos feligreses.
También sé que la inicias con la tranquilidad de quien se sabe bien acompañado; nuestra querida y venerada patrona, la Virgen del Viso, va siempre contigo, igual que la sentimos todos los salenses y cuantos la visitan con devoción en las circunstancias personales de cada uno. Otra cosa es si ya ha decidido perdonarte el vértigo que le has ocasionado cuando, siendo monaguillo y con un fotógrafo de dudosa cualificación como tal, la sujetabas en el capó de su coche para el posado de las postales; sin duda porque ella sabía con cuanto amor y empeño lo hacíais, aguantaba tales sesiones.
Este pequeño recordatorio sólo pretende sacarte una sonrisa, porque siempre es triste alejarse de aquello que tanto se quiere. Yo te deseo lo mejor, Adán, y, aunque sea innecesario, cuenta siempre con mis oraciones, respeto y cariño.
Termino como he comenzado, dándote gracias de todo corazón por todo lo que me has transmitido y demostrado.
Hasta siempre.
Luzdivina Peláez
Salas
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