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"De la perpetua hipocresía"

20 de Septiembre del 2014 - Miguel Ángel Díaz Araujo (Oviedo)

"Pero cuando una larga serie de abusos y usurpaciones, dirigida invariablemente al mismo objetivo, evidencia el designio de someter al pueblo a un despotismo absoluto, es su derecho, es su deber derrocar ese Gobierno y proveer de nuevas salvaguardas para su futura seguridad y su felicidad...". Declaración de Independencia, 4 de julio de 1776

¿Quién es Pablo Iglesias?

Primero: es una persona que habla de socialización política, de igualdad de la clase social y que condena a los clasistas y a la casta política (entre otras charlas sobre estas ideas se encuentran la de la "Sala Mirador" el 05/02/2014 y la del "Gato al agua" en el debate sobre los sueldos de los políticos), pero que después tilda a ciertas personas de gentuza de clase social y socioeconómica mucho más baja que la suya (presentación del libro en el FNAC de Callao, en Madrid).

Conceptos claramente clasistas, altivos y prepotentes, más propios de una persona con claros y preocupantes delirios de grandeza que de una persona humilde, socialista y empática, adjetivos que debería abanderar la persona y la moral del representante de un partido político con los principios de Podemos.

Que a su vez en los mismos debates defiende la violencia diciendo: "Los raperos querían romperle la boca, yo creo que con criterio normal... ganamos, pero éramos tres contra uno". Palabras entonadas en un tono, como poco, lamentablemente irrespetuoso y personalmente irrisorias. Ya me podría explicar el señor don Pablo en qué cerebro inteligente y lleno de pensamientos democráticos pueden unirse en una misma frase estas palabras "partir la boca" y "con criterio normal".

Yo, en concreto, me arrepiento de todas y cada una de las peleas en las que me he visto envuelto durante mi "inconsciente juventud"... En mi opinión, "la violencia nunca legitima un argumento ni se legitima a sí misma, sólo pierde la credibilidad de aquellas credenciales de 'razón y verdad' que en origen pudiera tener".

Segundo: es una persona que propugna el respeto de los derechos humanos solicitando, entre otras cosas, la libertad inmediata de los presos de ETA, pero que luego predica que "hay otra forma de entender la política. Entenderla como boxeo, entender que la paz no es más que el resultado de una guerra, así entendieron en ETA la política e hicieron una guerra que apenas ha terminado... Hoy cabría preguntarse si lo que perdió ETA en su guerra contra el Estado lo podrá recuperar la izquierda aberzale ganando elecciones y poder institucional. Hay quienes pensamos que lo que se pierde en los campos de batalla no se gana en los parlamentos" (programa Fort Apache-ETA: Cuando las pistolas hablaban de política).

Habría que pedirle explicaciones sin ser pedante al señor don Pablo sobre qué entiende él por ese pronombre relativo seguido de la primera persona del plural del presente de indicativo del verbo pensar, es decir, "quienes pensamos"... Obviamente, debería deducir que él también piensa como ellos (ETA), ergo, si no recuerdo mal el artículo 28.2 de nuestro Código Penal reza "es apología, a los efectos de este Código, la exposición ante una concurrencia de personas o por cualquier medio de difusión de ideas o doctrinas que ensalcen el crimen o enaltezcan a su autor".

Gracias a Dios para este señor, el propio artículo continúa diciendo "la apología sólo será delictiva como forma de provocación y si por su naturaleza y circunstancias constituye una incitación directa a cometer un delito". Circunstancia ésta última que seguramente le habrá librado de algún que otro problema legal.

Me pregunto, con independencia de sus sentimientos sobre estas "prodigiosas palabras en un medio de comunicación social", si la fama y la repercusión mediática que ha tenido este "personaje" están jugando al escondite con su inteligencia y es realmente consciente de lo que ha dicho en televisión... La respuesta puede ser ambigua. Y seguro que él encontraría más de veinte salvoconductos para eludir una pregunta clara: ¿apoya usted a ETA o por el contrario condena su actividad?

Claro ejemplo que traeré a colación es un debate en La Sexta la noche del 19 de julio de 2014, en el que durante 32 minutos aquí nuestro elocuente "amigo" don Pablo Iglesias esquivó la misma pregunta con parodias y paparruchas de seudointelectual e intentos jocosos y repetidos como "tomar la lección y repita conmigo". Un cara a cara con doña Esperanza Aguirre, la cual no merece ni ser mencionada, que hizo bastante mella en mí, y es que francamente yo creía en Pablo Iglesias, pero aquello, unido a otras circunstancias, me llevó a contrastar información para, al menos, poseer "información veraz" y no dejarme llevar como tantos otros por los "cantos de sirena" de don Pablo Iglesias.

La respuesta del representante de un partido con los principios de Podemos tendría que haber sido contundente en los primeros cinco segundos nada más finalizar la pregunta... "sí, yo condeno las actividades delictivas de ETA y de toda organización y persona que vulnere los derechos fundamentales de las personas".

Tercero: es una persona que esgrime con frecuencia la palabra "respeto", pero después insulta bajo los términos "caraduras y tontos" a dos contertulios de La Sexta noche por no pensar igual que él. Quizá yo estoy equivocado y tengo un concepto distinto del respeto, en que llegados a una edad y pasada la pubertad inconsciente es un término que debe prevalecer bajo todo concepto y circunstancia; de lo contrario, don Pablo, cualquier argumento, por muy acertado o errado que esté, vuelvo a repetir, pierde credibilidad.

CUARTO: es una persona que dice "amar" la democracia, que dice "creer" en la democracia. Democracia que él expone detalladamente en sus múltiples discursos llenos de vanas intenciones bien poco reflejadas por sus actos. Un claro ejemplo es afirmar con sus propias palabras que "la única manera de gobernar no es gobernar para una minoría de privilegiados y contra las mayorías sociales, ése es el ejemplo de América Latina" o "ésta (democracia venezolana) es una de las democracias más consolidadas del mundo" o "el socialismo será en Venezuela lo que el pueblo venezolano quiere que sea el socialismo" o "es una democracia más que homologada". Y para demostrar aun más su hipocresía o, en el mejor de los casos, su ignorancia histórica y legislativa, al señor don Pablo Iglesias no le tiembla la voz al comparar de forma crítica la "libre" y "democrática" elección de don Hugo Chávez y en el caso actual de don Nicolás Maduro frente a la designación de don Juan Carlos I realizada por Francisco Franco como su sucesor.

Analicemos brevemente en dos partes esta desfachatez insultante:

A) Hugo Chávez y en este caso Nicolás Maduro, con el resto de miembros de su Gobierno, ostenta lo que se conoce como poder ejecutivo del Estado, mientras que el Rey don Juan Carlos I en España, hoy don Felipe, ostentaba la Jefatura del Estado, un cargo lleno de funciones en los artículos 56 y 62 de la Constitución española, que cualquier conocedor medio de la legislación española sabe perfectamente que son meramente honoríficas y no reales, materialmente hablando. El Rey no ostenta poder ejecutivo ni a grandes rasgos ningún poder trascendente para el pueblo español, poder que sí ostenta por su parte el Gobierno propiamente dicho, a la cabeza del cual se encuentra Rajoy. Aquí don Pablo Iglesias nos ha intentado vender nuevamente gato por liebre, con un ejemplo paupérrimo, intentando confundir a la gente entre lo que es un jefe de Estado y un jefe de Gobierno, entre unas personas que ostentaron y ostentan poder real para liberar o esclavizar en todas sus formas a los ciudadanos y una figura, la del Rey de España, que pragmáticamente a nivel intraestatal podría ser considerado un "títere".

B) Establecer como premisa que por el hecho de que unos presidentes hayan sido elegidos "democráticamente" lleva a un ejemplo claro de democracia real y, sobre todo, la garantizan después de dicha elección es una falacia "post hoc ergo propter hoc" nuevamente insultante. Un claro ejemplo para aquellos medianamente conocedores de la historia es el caso alemán de un tal Adolf Hitler. Que nadie se llame a engaño, ese "personaje", por llamarlo de algún modo, llegó al poder democráticamente mediante votación popular, alcanzando el 5 de marzo de 1933 un 43,91 por ciento de los votos, lo que equivalía a 288 escaños. Posteriormente, Hitler consiguió que el presidente Hindenburg no se opusiera a la aprobación de la ley habilitante que le conferiría poderes casi ilimitados, entre ellos transgredir la propia Constitución alemana, y el resto es conocido por todo el mundo.

Lo importante no es sólo cómo se llega al poder, sino lo que se hace con él cuando éste se ostenta, y en este último requisito Venezuela es de todo menos un ejemplo a seguir. Así que, don Pablo, no ponga ejemplos estúpidos para niños de Preescolar.

P.D. Yo no suelo hablar de política y jamás he escrito sobre ella con pretensiones de publicarlo en un periódico, pero quizá llega un momento en el que toda persona se cansa de escuchar estupideces, de escuchar argumentos de plastilina moldeables según la conveniencia del actor y del tipo de oyentes ante los que se exponen. Y es que, como Meryl Streep dijo: "Ya no tengo paciencia para el cinismo, las críticas en exceso y las exigencias de cualquier naturaleza. Ya no consigo tolerar la erudición selectiva y la altivez académica". Y yo ya no tengo paciencia para seguir callado escuchando a Pablo Iglesias.

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