Falta un retablo
Aunque no soy perito en retablos y desconozco, por insondables, los criterios de selección que utiliza doña María G. San Narciso, en las páginas centrales de ese diario del pasado domingo 20 de julio se escribe y se publican las fotografías de varios retablos de otras tantas iglesias que se dicen representativos del Barroco en el occidente asturiano, y no puedo por menos que mostrar a usted mi sorpresa, si no indignación, por la omisión imperdonable, fruto de la falta de rigor, del retablo barroco más importante, del siglo XVII, que tenemos en Asturias, el de la iglesia parroquial de San Martín de Calleras (Tineo), la cual fue construida específicamente para albergar en ella esa obra de arte procedente del desaparecido convento benedictino de Santa María de Lapedo (Belmonte), y que fue realizada por el escultor saguntino don Antonio de Borja. A pesar de que sus figuras policromadas vienen necesitando desde hace años una puesta a punto que nunca llega, vista la desidia crónica que para este menester y para otros similares padecen las autoridades autonómicas (monasterios de Obona o Cornellana), la visión de un profano sobre esta joya y por vez primera es un "chute" de emociones que no tienen ni de lejos otros retablos que figuran en esa injusta selección. Y aun a riesgo de saber que para las emociones cada uno marca su ranking subjetivo, para acreditar la importancia de esta obra desde el lado de su calidad artística, me permito sugerir a la señora San Narciso que antes de aventurarse en seleccionar retablos representativos consulte primero con la gran mayoría de los estudiosos del Arte de aquella época, como el catedrático de Historia del Arte don Germán Ramallo, el que más ha trabajado sobre el tema, quienes coinciden en situarlo como el mejor de su época en Asturias. Y si para salir de dudas no bastara lo anterior, invito a la señora San Narciso y a quien lo desee a visitar este monumento, solicitando la llave de la iglesia en un bar muy próximo, y, como "penitencia", completar la visita degustando los platos típicos que ofrece la extraordinaria gastronomía local. Se disiparán las dudas y se habrá dado gusto por igual al cuerpo y al alma.
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