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Rusia y las sanciones

15 de Agosto del 2014 - Sara Paz Suárez (Los Campos-Corvera de Asturias)

Hace unas semanas la Unión Europea y Estados Unidos decidieron sancionar económicamente a Rusia, según argumentaron por la actuación rusa en el conflicto ucraniano. Una actuación que no difiere mucho de la de la Unión Europea o Estados Unidos en el mismo conflicto. Por un lado, Rusia acepta el referéndum democrático realizado en Crimea en el que la propia población, con más del noventa por ciento de los votos, pedía la independencia de Ucrania y la anexión a la Federación Rusia. Por otro lado, mostró su apoyo al Gobierno legítimo ucraniano de Yanukovich, que tuvo que afrontar un golpe de Estado propiciado por militantes de corte neo-fascista de los partidos derechistas Svobodao y Pravy Sektor. A su vez, imágenes recientes demuestran el apoyo occidental que reciben estos grupos con material informático, bélico y de intendencia. Cabe recordar que estos grupos han cometido actos tan atroces como la quema de un edificio sindical con sindicalistas dentro o ahorcar a jóvenes por el simple hecho de declararse antifascistas.

Con esta situación, observamos en Ucrania un campo de batalla más para los distintos polos imperialistas, que recurren, en última instancia, a las sanciones económicas a nivel internacional. El Gobierno de España, como miembro de la Unión Europea, no sólo ha de velar por los intereses de la Unión, sino, principalmente, por los intereses de España y de su economía. ¿A ningún analista político del Gobierno se le ocurrió pensar que sancionar económicamente a Rusia traería consecuencias negativas para España y oponerse a ello? Putin ya ha anunciado que renuncia a la compra de productos de la Unión Europea, entre los que se encuentran los productos ganaderos, agrícolas y alimenticios que provienen, fundamentalmente, de la autodenominada huerta de Europa, es decir, España. Rusia ha decidido, y tiene capacidad para hacerlo, ser autosuficiente, consumir únicamente lo producido en suelo ruso -o aliado-, mientras que España no sólo no tiene la capacidad para consumir todo el excedente que Rusia se niega a comprar, sino que tendremos que hacer frente a los excedentes que provengan de otros países de la eurozona.

¿Hasta cuándo será España el pozo negro de la Unión Europea? ¿Hasta cuándo estos vendepatrias que tenemos en las instituciones hipotecarán el futuro de nuestro país? Muchos agitan la rojigualda y sacan pecho ante una supuesta desmembración de España, pero luego, en los asuntos que no son superfluos, en los que de verdad afectan a la ciudadanía española, como es la exportación de productos ganaderos y agrícolas, no hacen nada para defender los intereses de nuestra tierra y nuestras gentes.

Las consecuencias económicas que pueden influir en nuestro día a día tienen todo el aspecto de ser devastadores para los productores nacionales. Pero recuerden, queridos lectores, la culpa no es rusa, es europea, y en grado principal, española. Cuando comienzas una guerra, aunque sea económica, hay que valorar no sólo tus fuerzas, sino los daños que puedes ser capaz de asumir. Y en este contexto de crisis económica, de empobrecimiento y depresión, España no puedo asumir el coste que el conflicto con Rusia nos supone.

Esta situación tiene dos explicaciones. A la Unión Europea y al Gobierno de España les importan poco o más bien nada los intereses de la economía española y de las familias vinculadas al sector afectado o tenemos unas instituciones tanto nacionales como europeas que han sido tan incompetentes que no han sido capaces de valorar los daños que el conflicto nos obliga a asumir. En ningún caso el pueblo español es merecedor de esta situación.

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