Ignoratio elenchi
En LA NUEVA ESPAÑA del 6 de agosto, la escritora y latinista Carmen Gómez Ojea publicó el artículo "Perfidi et foetentes - La última excusa del antijudaísmo": "Sí, eso es: los judíos siguen siendo pérfidos y hediondos, como se les insultaba en la liturgia de Viernes Santo...". "El antijudaísmo fue grabado a fuego en los fieles desde los primeros días de la Iglesia católica...", "...siempre se hallará un pretexto para su condena, para desear de nuevo su exterminio en las hogueras inquisitoriales...".
Para la articulista, hoy esa excusa son los muertos palestinos en Gaza. Sigue un largo párrafo sobre los males de la guerra y sobre la hipocresía de los que sólo condenan los abusos de Israel; y que el escándalo está en que los escandalizados -"gente apestosamente hedionda"- no condenan igual todas las guerras y lloran por las víctimas de Guernica, pero no por las de Dresde..., ni por los niños judíos en los campos de exterminio, etcétera.
En sus asertos, Carmen Gómez Ojea no contempla el hecho de que no todas las guerras ni bombardeos son iguales, ni tampoco que muy pocos, por razones de edad, pueden llorar, por ejemplo, los 100.000 civiles muertos por el innecesario bombardeo de Dresde con una Alemania vencida y los aliados cruzando el Rin, o la muerte de todos los primogénitos egipcios cuando el "passover". (Éxodo, 12,29). Porque no son lo mismo los abusos del pasado que los que están en curso y en continuo. Pienso también que si los mandatarios del Estado de Israel y sus epígonos, no tanto el judaísmo de ayer, son cada vez más impopulares, no se debe a los doscientos prepucios que cortó el pastor David a los filisteos, a cambio de la hija de Saúl (I Samuel, 18, 25-27), ni a pasadas influencias eclesiales, ni tan siquiera al actual conflicto en Gaza, sino a la interminable sucesión de agravios al pueblo palestino expatriado o encerrado en los guetos de Gaza y de lo que queda de la Cisjordania árabe, con el muro pornográfico que la rodea y trocea; con los asentamientos que no cesan y con el trato inhumano y degradante a que siguen sometidos sus naturales.
El focalizar el reproche de los críticos a Israel en el actual conflicto sería incurrir en un error de confusión que los filósofos llamarían "ignoratio elenchi", por provenir de datos inexactos o por sacar conclusiones irrelevantes, o por mala observación de la realidad.
Acaba el citado artículo con "...muerte a la guerra, también a la santa de católicos y musulmanes, que el pueblo judío jamás hizo ni obligó nunca a nadie a judaizarse".
Sin embargo, los israelitas que invadieron la tierra de Canaan, en su guerra, que también era santa porque YHVH les guiaba, no solía dejar supervivientes a quienes judaizar. Ya antes de cruzar el Jordán, vencieron a los madianitas, matando a todos salvo a las vírgenes jóvenes (Números, 31, 1-18). Cruzado el Jordán, los habitantes de Jericó tuvieron peor suerte, pues todos fueron pasados por la espada: hombres, mujeres, niños, jóvenes y viejos (Josué, 6,21) etcétera. También David hizo siempre eso mismo durante el año que vivió en Filistia (I Samuel, 27, 8-11). Otras veces no se mataba a mujeres, pero siempre se destruían ídolos y altares impidiendo "de facto" su culto;y si los asediados se rendían sin combate, quedaban vivos pero esclavos. El belicismo de Israel acabó cuando fueron expulsados de Palestina por Adriano de Itálica, de forma que durante 18 siglos el proselitismo y las guerras les eran imposibles, y hasta tenían los judíos que convertirse a la religión del país de acogida; incluso en el ilustrado siglo XIX lo hicieron personajes como los padres de Jakob Felix Mendelssohn, o Heine, para ser aceptados. Por ello, esa visión de superioridad ética de los israelitas respecto a los moros y cristianos vislumbrada por la escritora pudiera deberse a "ignoratio elenchi", o simplemente a "oestimatio a priori".
Dicho lo anterior con respeto a opiniones contrarias.
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