Caro Iglesias
Aturdido se sale de la lectura del artículo del senador por IU, Jesús Enrique Iglesias, que LNE publica (13 de agosto) como tribuna (a tal señor tal honor): En Israel unos señalan y otros matan (refutación de los torpes insultos de Isaac Querub Caro). Terrorismo de Estado, criminales de guerra, genocidio, expulsión fulminante del embajador, ilegalización de la Federación de Comunidades Judías que preside Querub Caro. La artillería del senador es de grueso calibre. Pero que el estruendo no acalle la verdad: dos mil muertos en la guerra de Gaza son dos mil tragedias; la acumulación no convierte la muerte en estadística como enunciaba con cinismo Estalin.
Sin embargo, el concepto de genocidio no se define por el número de muertos sino por la acción encaminada al exterminio de un grupo étnico o ideológico (sea éste reducido o numeroso). Ruboriza tener que recordarlo a un jurista. En la Guerra Mundial murieron más alemanes que judíos. ¿Acusaría el senador a los Aliados de genocidio contra el pueblo alemán? Israel defiende a su población atacada por Hamás, aliada de la Autoridad Palestina. Si la Autoridad Palestina no tiene voluntad o autoridad para poner firme a Hamas, ¿debe Israel quedarse de brazos cruzados? Se diría que, con tanto cura y militante cristiano en sus filas, IU ha interiorizado que el consejo evangélico de presentar la otra mejilla debe regir la acción de los Estados y de sus gobiernos. Debemos desprendernos de Hamas y desmilitarizar Gaza y que se abran todos los pasos fronterizos, reclama Bassem Eid, militante palestino de los derechos humanos. Hamas es el problema y no parte de la solución, como finge creer cierta izquierda.
Por lo demás, lógica elemental: los insultos no se refutan. Se refuta un sofisma, una falacia, una objeción. Los insultos se devuelven, se encajan o se ignoran (No ofende quien quiere sino quien puede). Que se esforzaran en terminar el bachiller, que la universidad era cuestión de paciencia, recomendaba el profesor a los alumnos. Jesús Enrique Iglesias, licenciado en Dercho, paciencia túvola. ¿Que, además, llegó a senador? Incitatus llegó a cónsul, que en la jerarquía del Imperio era más que senador; aparte de que a Incitatus no le pagamos los contribuyentes un generoso sueldo. Si la verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero, una sarta de disparates siguen siendo disparates ensartados. Por más que los ensarte un senador. Y LNE les dé honores de tribuna.
Ramón Alonso Nieda, profesor de Filosofía
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