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En busca de los aires de Laciana

1 de Septiembre del 2014 - Carlos Cuesta

Acudir al valle de Laciana en la vertiente cantábrica leonesa siempre resulta alentador, ameno y atrayente. Un entorno donde la geografía se convierte en verdad, vida, ambiente y frescura. Y casi siempre que me acerco por estos parajes de linaje, manantiales y hospitalidad suelo hacerlo a través del puerto de Somiedo disfrutando de ese paisaje curvilíneo y montañés con parada en la capital, Pola, y en la preciosa braña de La Peral, un lugar sujeto a las inclemencias climáticas y rodeado por un circo de montañas que lo convierten en un espacio de belleza serena y monacal. Había cierto movimiento en el pueblo debido a los muchos veraneantes que se alojan en sus refugios hogareños de temporada y las praderías circundantes estaban remozadas por la siega de sus moradores que se afanaban en preparar esos minifundios entre tractores, modernos aperos y guadañas tradicionales en un ambiente costumbrista y local. En el descenso hacia la hermana provincia leonesa ese territorio histórico de Babia, silencioso, etnográfico y preñado de buenaventura orográfica. En la zona de La Cueta, el caserío más alto de León, está el manantial del río Sil que junto con el arroyo del Puerto conforman ese cauce fluvial que marca y señala territorios leoneses y galaicos -228 km- hasta su desembocadura en el Miño muy cerca de Ourense. En su recorrido acuático este cauce va dejando impronta de su fuerza fluvial y adorna con su presencia y acompañamiento pueblos y rincones que sin esa corriente se quedarían en poco más que simples rodales alejados de toda tradición, testimonio y memoria.

Subtítulo: Un viaje a través de Somiedo y Babia

Destacado: En la zona de La Cueta, el caserío más alto de León, está el manantial del río Sil que junto con el arroyo del Puerto conforman ese cauce fluvial que marca y señala territorios leoneses y galaicos -228 km- hasta su desembocadura en el Miño muy cerca de Ourense

En Babia pueblos sencillos y agarrados a la historia y a los accidentes geográficos como Vega de Viejos, Piedrafita de Babia o Cabrillanes, capital de la llamada Babia de Suso o de Arriba. En Vega de Viejos buen condumio basado en los productos de la tierra donde las carnes de vacuno, ovino y cerdo están bien trabajadas, especialmente la caldereta y el frite de cordero, y atraen a muchos visitantes que gustan del placer medioambiental y gastronómico. Muy cerca de este pueblo el Puente de las Palomas sobre el río Sil es toda una visión de algunas de las hoces más espectaculares formadas por la erosión fluvial.

Y dejando Babia, ese solar de montaña de roca limpia, agrestes torrenteras y nieve abundante en invierno como señalan los nativos alcanzamos la comarca de Laciana, Reserva de la Biosfera y entorno carbonero por excelencia donde la antracita es el mineral secular de su economía actualmente en fase decadente. Y este sector industrial ha representado profundos cambios en los núcleos más importantes como Villablino, Villaseca de Laciana o Caboalles de Arriba y de Abajo, de todas formas aún se conservan aspectos muy interesantes de su pasado medieval desde las repoblaciones que hiciese Alfonso I y Fruela I en el siglo VIII. La memoria histórica está presente a través de los fueros como el de San Mamés de Laciana que recibiera de Alfonso X el Sabio. Toda esta realidad se observa en sus vestigios, en sus iglesias y en el ambiente de un territorio de realengo muy pegado al Principado de Asturias en costumbres, acciones y sentimiento.

Y en Robles de Laciana esencia directa de lo que representa actualmente Laciana en el apartado de la arquitectura popular, la etnografía y el sabor de la tierra, ve pasar la vida estival el artista de vanguardia Eduardo Arroyo, pintor y escultor de prestigio internacional que disfruta todos los veranos de la casa familiar en este bello pueblo de los altos de la comarca. Aquí cuenta con la paz, la armonía y la notable serenidad de un espacio hecho a la medida humana y terapéutico como pocos. La Iglesia románica bajo la advocación de San Xuliano y consagrada en 1128 es todo un ejemplo del arte patrimonial de estos pagos lacianiegos. En el pueblo todavía se escucha entre el vecindario el habla conocida como pachxuetzu, una variante del bable que apenas se utiliza pero que se hace notar en la denominación de los antiguos aperos, objetos domésticos, folklore o tradición cultural. Y en Robles de Laciana, pueblo más guapo de León en el año 2011, la vida sigue con apacible calma sólo rota cuando Eduardo Arroyo organiza su actividad cultural el 25 de julio donde invita a amigos y pueblo en general a un concierto de cámara donde la pianista Rosa Torres Pardo y acompañantes ponen lo mejor de sí mismos para acariciar con sus teclas y cuerdas musicales el límpido aire de la montaña. Y Manolo González Prieto sigue de guía documentado por todos los rincones de Robles de Laciana indicando en su recorrido lo que un día significó y significa este caserío agarrado a la ruta Braña de Robles y a la fuente Carubo y su sarcófago de fondo.

La Chanfaina, la caldereta de cordero, las cecinas y la verdadera culinaria de la zona la encontramos en el restaurante Royvi, donde José María Rodríguez se afana en preparar sus elaboraciones, aunque él señala que la mejor época para Villablino es en el invierno cuando la estación de Leitariegos se encuentra animada de aficionados a la nieve y la capital de Laciana vuelve por sus orígenes de ambiente, hospitalidad y fuerza interior. Y mucho de Laciana se lo debo al escritor Luis Mateo Díez y a la Fundación cultural Sierra Pambley. Es factible que en la Otoñada de Villablino vuelva por estos rincones amables, trashumantes, artesanos, fluviales, montañeses, turísticos, amigos y dueños de sus tradiciones…

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