El Camino de Santiago en Cudillero
Nos hemos puesto tan poéticos y filosóficos con el Camino de Santiago que hemos olvidado su auténtico sentido. Que si metáfora de la vida, que si viaje al interior, que si búsqueda de uno mismo... Estamos perdiendo de vista lo esencial: el Camino de Santiago es, antes que cualquier otra cosa, un camino por el que caminan caminantes o pedalean ciclistas. Después -no antes- viene todo lo demás.
El 4 de agosto se publicó en este diario un artículo sobre las reflexiones y peticiones de algunos empresarios hosteleros respecto al Camino. Dicen -y aciertan- que el Camino es una gran oportunidad turística y reclaman un plan que lo promocione y lo potencie. El responsable del albergue de Oviedo sugiere que si el peregrino marcha contento, volverá a Asturias -se entiende que como turista de más nivel de gasto-. En el último párrafo del artículo, el vicepresidente de la Asociación de Campings de Asturias señala: "Hay muchas quejas sobre la señalización, la gente se pierde".
Por fin.
Ya podremos estar al lado del apoteósico Cabo Vidío, tener Cudillero a nuestros pies o estar cerca de la maravillosa playa del Silencio que no tendremos ningunas ganas de volver si lo hacemos como dice este bloguero:
"Nos hemos perdido y hemos ido a parar a un camino bloqueado por troncos en el que un paisano estaba añadiendo más troncos..., las hemos pasado putas para pasar y menos mal que el leñador nos ha ayudado... Acto seguido, y después de lo de los troncos, ha tocado perderse y hemos tenido que recurrir al ya conocido recurso de ir campo través, pero esta vez, para variar, no nos hemos destrozado las piernas". (http://caminosantiagonorte.blogspot.com.es/)
Responsables del Principado, de los ayuntamientos, hosteleros... adecenten el camino y la gente volverá.
El pasado domingo 10 de agosto había 47 peregrinos en el albergue de Soto de Luiña, cuya capacidad es de 24 camas. (Habían puesto colchonetas en el suelo). Muchos peregrinos más no habían sido admitidos. Cada día pasan por aquí cientos de peregrinos. No tenemos un problema de publicidad. El problema es el impresentable estado del Camino. La mayoría de los peregrinos lo sabe, hace caso omiso de las señales y va por la carretera, sin arcén, en la que arriesgan su integridad física. Yo, en su pellejo, no volvería al concejo de Cudillero.
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