El calor de la acogida
Igual que las golondrinas regresan anualmente a sus tierras de acogida, los niños saharauis un año más han vuelto a España y, por ende, a Asturias con las familias de adopción, que les reciben con mucha ilusión y cariño. Cariño que es correspondido por quienes un día fueron españoles y hoy, por desgracia, no saben lo que son.
El caso de nuestra antigua provincia del Sahara, abandonada con la "Marcha verde" marroquí, durante la muerte de Franco, dejó a una población de más de 200.000 saharauis en manos del Frente Polisario y del Ejército de Marruecos. La ONU, el referéndum y la guerra en el desierto obligaron a los saharauis a refugiarse en Tinduf (Argelia), donde todavía permanecen. Hace unos meses, paseando por Madrid simpaticé con un nativo saharaui que, después de una agradable charla, me mostró su DNI y su carné de conducir de hacía 40 años, que, lógicamente, estaban caducados.
Sin embargo, muchas familias españolas no los abandonaron. Desde entonces funcionan en España más de veinte asociaciones de Amigos del Pueblo Saharaui. Una de las principales actividades, dentro del programa "Vacaciones en paz", es traer a niños en verano a beneficiarse de la hospitalidad de esta gente receptora que goza haciendo felices a unos niños que, en la mayoría de los casos, solamente conocen las ardientes arenas del desierto y, por el contrario, nunca han visto el mar. Los pequeños olvidan durante dos meses la dureza de la vida en el desierto argelino.
Hace unos días los he visto, en franca camaradería, en una de nuestras playas, en el concejo de Carreño. Iban mezclados con otros niños asturianos, charlando y jugando todos ellos con entera naturalidad.
Qué bonito gesto de solidaridad el de estas familias de adopción, especialmente en estos tiempos de enfrentamiento racial. Por tanto, felicidades, España; felicidades, Asturias.
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