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El medio ambiente como escaparate

27 de Agosto del 2009 - José Luis San Fabián Maroto

Un caluroso día de verano, de ésos que también hay en Asturias, decido coger la bicicleta y salir de Oviedo tratando de evitar vehículos motorizados. Para elo sólo tengo una opción, coger la senda del antiguo trazado de Feve que arranca del Parque de Invierno. En seguida me encuentro con tal densidad de tráfico humano que para sortearlo hay que sr especialista en gymkhana. Es lógico, en Oviedo apenas hay sitios donde pasear lejos del tráfico urbano, por algo es una de las pocas ciudades europeas mayor de 200.000 habitantes que no tiene ni un solo carril bici de recorrido urbano. Ahora el Ayuntamiento de Oviedo quiere poner bicicletas de alquiler, pero el problema no es la disponibilidad de bicicletas sino la falta de viales para ir en ellas con un mínimo de seguridad. Más que cobrar por el alquiler de las bicis deberían pagar un seguro a todo riesgo por utilizar la bici en Oviedo en las actuales circunstancias.

Ya antes de llegar a Fuso de la Reina la senda permite hacer un auténtico recorrido por la realidad medioambiental de Asturias: autopistas y coches circulando por encima de la cabeza, ríos de aguas putrefactas por abajo y una rica muestra de canteras a los lados. Tampoco podían faltar las urbanizaciones con farolas sello de la casa, alumbrando incluso antes de que aquellas se construyan.

Todas éstas y otras muestras de un medio ambiente deteriorado se tratan de encubrir con una política medioambiental de "escaparate". Un primer ejemplo lo encontramos en la exposición ornitológica, en La Manjoya.

Después de pasar entre autopistas y regatos malolientes, llama la atención que alguien se queje del olor de alguna de las granjas que encontramos al lado del camaino. Qué mérito tienen esos pocos ganaderos que quedan alrededor de Oviedo para cuidar sus ganaderías y prados, últimos vestigios que aún quedan del mundo rural, rodeados de gente, coches y autopistas.

Por fin, después de pasar varios túneles, y cuando el paisaje se vuelve más agreste y rural, aparece, recortado como si de un jardín se tratara, un gran prao, pero en vez de vacas y ovejas pasean por él unos señores con carritos dándole a la bola con un palo.

Decido seguir la ruta. Tras pasar por un caleyo y llegar al balneario de Las Caldas debo circular por la carretera hasta llegar al pueblo de Las Caldas. Allí tengo que ingeniármelas para encontrar la pista que lleva a Trubia. Por fin, tras pasar delante de una paciente paisana que ve cómo su tranquila antojana se ha convertido en el lugar de paso de transeúntes y ciclistas, me encamino por una carretera compartida con vehículos a motor hacia Trubia, cuya proximidad es anunciada por el intenso olor a naftalina que desprende la Química del Nalón, la misma que hace unos meses sufrió un incendio que provocó una nube cuya posible incidencia tóxica fue tratada con la opacidad informativa que caracteriza a nuestros responsables políticos cuando se trata de cuestiones medioambientales. No faltaría más, estamos en el paraíso natural.

Aunque las señales se empeñan en devolverte a la carretera, por fin encuentro la senda que, tras pasar por varios tramos compartidos con coches enlaza, por fin, con la esperada y anunciada "Senda del oso". Esto ya parece otra cosa, estamos realmente en un entorno rural.

La ruta está descuidada, en algunos tramos las ortigas invaden el camino, por lo que conviene llevar pantalones largos. Algún poste al lado del camino recuerda que alguna vez hubo señalizaciones. Éste parece el destino de la mayoría de las propuestas de desarrollo rural y medioambiental que se inician en Asturias: se hace una primera inversion, pero no se prevé su mantenimiento posterior, con lo que pronto quedan obsoletas. Sirvieron, eso sí, para hacerse la foto los políticos de turno.

Así llegamos al gran reclamo turístico de la zona, símbolo del escaparatismo medioambiental de Asturias, el vallado con las osas asturianas huérfanas Paca y Tola, acompañadas ahora de Furaco, oso esloveno obsequio del presidente de Cantabria, que mejor hubiera regalado una caja de sobaos pasiegos. Esta mezcla de nacionalidades, me refiero a los osos, no es precisamente un intercambio multicultural, sino un experimento "antinatura" para cruzar dos familias diferentes de osos con el único fin de prolongar el escaparate de los osos.

Subtítulo: Un paseo en bicicleta por el concejo de Oviedo

Destacado: Aunque las señales se empeñan en devolverte a la carretera, por fin encuentro la esperada y anunciada "Senda del oso": La ruta está descuidada, en algunos tramos las ortigas invaden el camino, por lo que conviene llevar pantalones largos

Muchas de las personas que viajan a Asturias para ver los osos quedan frustradas al ver este cercado, pensando que más les hubiera valido ir a un zoo, incluso ahora que los osos están en un vallado a la vista de todo el mundo, sin apenas sombra en pleno verano, viendo cómo las osas rehúyen al macho mucho más corpulento que ellas. Mirando a través de la valla, los visitantes hacen jocosos comentarios sobre la vida sexual de los osos que servirían para hacer una magnífica tesis doctoral sobre la sexualidad entre los humanos.

Ahora todos los ayuntamientos quieren tener su escaparate de naturaleza. Sirvan algunos ejemplos: el Parque de la Fauna en Sobrescobio, el Centro del Urogallo en Tarna o el "vallado lobezno" en Belmonte, que servirá para exhibir lobos a los ojos de los visitantes, mientras la Consejería anuncia que eliminará 31 lobos. ¿Para qué queremos lobos en libertad si ya tenemos unos ejemplares encerrados como prueba de que existen? De esta forma, se crea un nuevo reclamo turístico y de paso se ahorra en subvenciones por daños a la ganadería. Imaginemos por un momento que los lobos encerraran a los humanos para observarnos limitando nuestra libertad de movimientos al perímetro de un cercado...

La metáfora del escaparate sirve para entender la política medioambiental en Asturias, pero es una metáfora estática, propia de la modernidad del siglo pasado, como lo es también la prensa escrita. La postmodernidad actual, definida como "líquida" por Bauman, encuentra una metáfora más apropiada: la pantalla. Hoy el principal escaparate por el que vemos el mundo son las diversas pantallas (de TV, ordenador, móvil, PDA, etcétera) a las que nos asomamos, o mejor, por las que el mundo se asoma a nosotros. Los ciudadanos en general nos miramos en esas pantallas, y los políticos en particular gobiernan a golpe de pantalla, y de prensa, que de momento sigue siendo la pantalla de papel.

Lo postmoderno sería que el Principado sustituyese las políticas de "escaparate" por las de "pantalla" y, en vez de organizar corralitos de naturaleza a modo de "Gran hermano", regalse a los ciudadanos unos buenos documentales de La 2 o de la Nacional Geographic. Ello les aportaría una visión mucho másreal de la "naturaleza".

El coche se ha convertido en el gran aliado de la metáfora del "escaparate", pues a través de sus ventanas se puede observar el escaparate del mundo. En realidad, en vez de salir al mundo, lo que hacemos es encerrarnos en el coche; pero una vez construidas las carreteras, sus lados se convierten en dos escaparates permanentes. Esto implica un cambio esencial: que no es el mundo el que pasa delante de tus ojos, sino que eres tú el que pasas delante de esos mundos que miras, para lo cual debes acceder a ellos a través de un "vehículo", el automóvil, que es totamente ajeno a esos mundos naturales y, lo que es peor, que requiere una vía de acceso masiva y lesiva para esos mundos: llámense carreteras, pistas...

Entiendo que pueden y deben existir distintas maneras de disfrutar y beneficiarnos de un medio ambiente de calidad. Las más básicas e importantes son respirar aire limpio y comer alimentos no contaminados. Solo por esto merece la pena. Pero para ello debemos revisar nuestros hábitos de consumo y de ocio.

Hay muchas formas de acceder a la naturaleza. Disfrutra del mar viendo una puesta de sol o escuchando el ruido de las olas está al alcance de casi todas las personas, excepto que los edificios impidan ver o el ruido de los motores nos impidan oír. También se puede disfrutar y conocer el mar entrando en él, nadando, navegando e incluso buceando, pero eso ya requiere unas determinadas condiciones, tener un adecuado estado físico y acceder al medio de forma no impactante ni lesiva, etcétera. Si queremos conocer y disfrutar de forma respetuosa el medio debemos relacionarnos con él de otro modo.

Esto significa que el acceso a las zonas naturales, entendidas como zonas que han sufrido un reducido impacto humano, no puede hacerse de cualqueir manera. Podemos hacer una autopista en la selva para ver a los elefantes, pero eso acabaría pronto con los elefantes. Disfrutar respetando el medio ambiente requiere tiempo, conocimientos y actitudes que no siempre tienen las personas, por eso un turismo medioambiental no puede llevarse a cabo si no hay una educación medioambiental, empezando por los propios responsables y gestores de las consejerías y ayuntamientos.

Dado que ya no vende mucho lo de "reserva espiritual" (lo de Pelayo y la Reconquista), ahora queremos ser, en plena crisis del sistema económico, la "reserva energética" de este país, produciendo energía que no necesitamos y que hay que sacar fuera, caiga quien caiga y por encima de lo que sea, aunque esto sea los bosques y los pueblos por los que pasan los embalses y los tendidos eléctricos, de cuyos dividendos económicos nunca se beneficiarán.

Son muchos los cómplices, la mayoría de las sociedades de cazadores y pescadores, la propia Federación Asturiana de Montañismo y las empresas de gestión medioambiental disfrazadas de asociaciones ecologistas, que tratan de beneficiarse de la situación sin denunciar lo que está ocurriendo mientras ven cómo la gallina de los huevos de oro está siendo desplumada.

El medio ambiente como decorado, tras el que se esconden las políticas reales que se practican en la trastienda, resume perfectamente las intenciones y la mentalidad conservacionista de nuestros gestores. Hace poco lo expresaba perfectamente el concejal de Urbanismo del Ayuntamiento de Gijón: el estudio de impacto medioambiental es una "formalidad administrativa". Los políticos deberían mirar menos a las pantallas y a la prensa y mirarse un poco más al espejo, de esta forma no olvidarán tan fácilmentes quiénes son: animalitos al fin y al cabo, racionales y por tanto también irracionales, queforman parte de un gran ecosistema medioambiental. Y si quieren ir de postmodernos que vean el documental "Home", de Yann Arthur Bertrand, y aprendan la lección: cuando se envenena el agua, la tierra o el aire se está envenenando la casa de todos.

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