Triquiñuelas de trileros
La diputada nacional del PP Carmen Maniega, en un artículo a este medio, deja claro una vez más que debemos elegir a los cargos con más y mejor criterio; aunque no sea nada más que para salvaguardar la vergüenza ajena que uno percibe al leerles y escucharles, no digamos en su incapacidad para solucionar temas o innovar cosas. En un escrito cargado de demagogia, partidismo y análisis torticero, como tratando a los lectores como perfectos idiotas, trata de convencerse a sí misma de cuanto de legal y de sensata es la propuesta del PP, donde el cabeza de la lista más votada sea quien gobierne el municipio o, lo que es lo mismo, para que la Botella y otros sigan de alcaldes, ya que las encuestas dan por perdidas esas mayorías absolutas conseguidas por el PP en las últimas elecciones municipales. ¡Usted se cree que las gentes se chupan el dedo, señora Maniega!
Lo que no dice, señora Maniega, es que ese tipo de cambio de reglas de juego a mitad de la competición, además de fechoría en sí mismo, llevaría implícito que la lista más votada tendría la ratificación de mayoría absoluta, lo cual es otro timo añadido. ¿Y cómo sería posible tal cosa, se preguntarán? Simplemente por birlibirloque, ya que de lo contrario sería imposible la gobernabilidad, porque el resto de partidos unidos en un pacto democrático y constitucional en toda regla serian esa mayoría que ustedes quieren apropiarse para sí.
¿Cómo es posible querer hacer esa triquiñuela de verdaderos trileros sin importarles que las reglas establecidas hay que respetarlas hasta cuando nos perjudiquen? No ven que si hacen tal cosa puede que los ciudadanos, muy cansados ya de vuestras trampas y engaños, les hagan pagar caro tal propósito.
No hay más mayoría que la que dan las urnas, con las posibilidades de pactos. O sea, ustedes, el PP, sacan un 34 por ciento de concejales, el PSOE un 33 por ciento y Podemos, por ejemplo, otro 33 por ciento... ¿quiere decir, señora Maniega, que el 34 por ciento es el que debe gobernar? ¿No es más justo, legal y democrático que el 66 por ciento de la suma de estos dos partidos sea quien elija, entre ellos, al alcalde y conformen gobierno, en vez de querer ustedes apropiarse esa posibilidad con una minoría simple, que quieren convertir en mayoría absoluta? Saben una cosa, ustedes no tienen ni pizca de decoro planteando cosas tales.
Todo cuanto dice es tan repetitivo, es el mismo argumentario que dan a los corderitos del PP, y todos repetís como aparentando zopencos amaestrados. ¡Ya les vale de engaños y mentiras!
Habla de creación de empleo a ritmo intenso. Debiera, señora Maniega, ser más considerada con quienes sufren no sólo el desempleo, sino con todos aquellos trabajadores que tienen que aceptar ese empleo de esclavitud que genera vuestra reforma laboral, al mismo tiempo que destruye el empleo estable y bien remunerado. Y tenemos que escucharlos y oírlos presumir de crear ese tipo de empleo, donde las familias no ganan ni para comer, ¡vergüenza debiera darles!
Luego tiene la osadía de hablar de desconfianza de los ciudadanos hacia los políticos, cuando su partido es el que más contribuyó y contribuye a esa desconfianza: con esta medida, la reforma laboral, los sobres que se repartían en la sede de Génova, el pago en negro de la rehabilitación de la misma, Bárcenas, "Gürtel", Matas, Suiza, Mato, Fabra, Valencia, Baleares, leyes mordaza, prometer bajar impuesto y subirlos, escandalizarse con ZP por correr el rumor de una amnistía y nada más entrar ustedes sacar una de la chistera para que sus amiguetes blanquearan el dinero defraudado, como Bárcenas, los Pujol, etcétera. Recuerde, señora Maniega, a Esperanza, a Rajoy y tropa, con la "furgoneta" por Madrid, recogiendo firmas con aquello de no más IVA, ¿es que no tienen dignidad, caray? Al menos estén calladitos en espera de recoger los votos que les den todos aquellos empesebrados que tienen a buen recaudo, y que no les hacen ascuas los corruptos que cosechan en sus filas como una plaga sin fin.
Sin más intención que darle cierto valor a su escrito, le deseo suerte en su cometido de convencer de nuevo a los pocos incautos que existan, de seguir mintiendo como hicieron en su programa electoral sólo para conseguir el Gobierno, como ahora pretenden conseguir las alcaldías.
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