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La canción del viento

21 de Agosto del 2014 - RAFAEL GUTIÉRREZ AMARO (linares)

Una persona baja al Metro de Nueva York, vistiendo vaqueros y camiseta. Se para cerca de la entrada...

Saca el violín de la caja y comienza a tocar con entusiasmo para la multitud que pasa por ahí, en la hora extrema del día.

Tocó durante 45 minutos, y fue prácticamente ignorado por todas las personas que pasaron. Nadie sabía que el músico era Joshua Bell, uno de los mejores violinistas del mundo, ejecutando piezas musicales consagradas, con un instrumento rarísimo, un Stradivarius de 1713, estimado en más de 3 millones de dólares. Algunos días antes, Bell había tocado en el Symphony Hall de Boston, donde las localidades costaron más de mil dólares.

La experiencia en el metro fue grabada en video y muestra hombres y mujeres indiferentes al sonido del violín, pasan de largo. La iniciativa, realizada por The Washington Post, era la de lanzar un debate sobre valor, contexto y arte.

La conclusión es que estamos acostumbrados a dar valor a las cosas, cuando están en un contexto. Bell en el metro era una obra de arte sin moldura. Un artefacto de lujo, sin etiqueta del diseñador.

Este es un ejemplo de tantas cosas que pasan en nuestras vidas; que son únicas, singulares y que no les damos importancia, porque no vienen con la etiqueta de precio.

Al final, lo que tiene valor real para nosotros, es lo que el mercado dice que podemos: tener, sentir, vestir o ser

Nuestros sentimientos y nuestra apreciación de la belleza están siendo manipulados: por el mercado, por los medios de comunicación y por las instituciones que tienen poder financiero.

Lamentablemente, estamos valorando solamente aquello que está con etiqueta de precio. Y es eso lo que precisamos aprender a valorar aquello que no tiene precio, porque no se compra.

No se compra: la amistad, el amor, el afecto.

No se compra: el cariño, la dedicación, los abrazos y los besos.

El niño que corre, en forma espontánea a nuestro encuentro y se cuelga de nuestro cuello, no tiene precio.

El aire que respiramos, la brisa que enreda nuestros cabellos, el verde de los árboles y el colorido de las flores, todo eso nos es dado por Dios gratuitamente.

No se compra el rayo de sol, ni las gotas de lluvia. La canción del viento que pasa silbando por el tronco hueco de un árbol, es gratis.

Aprovechemos los momentos de ternura que los amores nos ofertan intensamente, entendiendo que la manifestación del afecto es: única, extraordinaria y especial.

En un power point he encontrado los fragmentos de este artículo, los he organizado y lo he pasado a Word para darlo a conocer. Me ha parecido genial y quisiera felicitar al autor, pero no he encontrado su nombre, quizás porque el autor trabaja por amor y sin utilizar como él dice etiqueta de precio. Por favor si usted sabe el nombre dígamelo, para agradecerle y decirle que en los caminos del amor se necesitan personajes como él, que: Quieran, sepan y puedan amar.

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