Primarias sólo no basta
La asamblea como forma de participación en los asuntos públicos, en el gobierno de la comunidad, es un procedimiento muy antiguo. La democracia ateniense parte del derecho, y el deber, de todos los ciudadanos a participar en el gobierno de la polis y este derecho se ejerce a través de la "ecclesia", que era el pueblo reunido en asamblea, en la que una gran mayoría tenía que participar, pues para la adopción de medidas importantes se exigía la asistencia de seis mil ciudadanos. Esta asamblea multitudinaria se reunía cuatro veces al año, aunque podía ser convocada más veces si las circunstancias lo requerían.
Esto ocurría en Atenas hace más de 2.500 años, pero aquí, en el país de los astures, los habitantes de los castros también se reunían en asamblea para organizar los trabajos colectivos y la defensa de sus poblados fortificados.
El concejo abierto, del latín "concilium" (reunión), se celebró en nuestros pueblos desde la baja Edad Media. Los vecinos se reunían al toque de campana y la asistencia era obligatoria. En ellos se tomaban acuerdos sobre muchos aspectos de la vida local, aunque las decisiones más importantes se tomaban en otras instancias mucho menos democráticas.
En la actualidad, para un movimiento político y social como IU las asambleas tienen una gran trascendencia. Son puntos de información (y formación), reflexión y debate en que los afiliados, y a veces los simpatizantes, toman decisiones y participan en la organización de tareas en la elaboración colectiva de programas y en el análisis de la situación política, tanto local como nacional o internacional. Y un momento político importante son las elecciones y la elaboración de programas y candidaturas.
En las elecciones primarias que montan algunos partidos, estas tareas se hurtan a las asambleas y cada uno, sin contrastar su opinión con las de los demás, vota incluso sin moverse de su casa.
Los candidatos tienen que tener determinado número de avales y para lograrlos puede ser decisiva su relación con el aparato del partido o su capacidad para desplazarse y viajar por el territorio. También los medios de comunicación del sistema juegan un gran papel, ya que pueden dar más cancha a unos candidatos que a otros. Cuando estos candidatos elegidos en primarias ocupan cargos públicos, pueden sentir la tentación de hacer lo que les parezca y escapar al control del partido, pues se sienten legitimados por los votos que recibieron de los militantes y simpatizantes.
Las primarias tienen la ventaja del voto directo y seguro que se puede emitir con mucha facilidad, pero sería muy interesante combinar el potencial democrático de las asambleas con la elección directa. Hay formas de hacerlo que habría que estudiar y valorar antes de tomar una decisión, por ejemplo, elegir un número de precandidatos en las asambleas y, luego, en una lista abierta someterlos a la consideración y ordenación de los electores. Por eso, creo que decir primarias, sí, no basta. Hay que determinar qué primarias y cómo se hacen.
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