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La voz crítica y molesta de Unamuno

30 de Agosto del 2014 - Ángel Lozano Heras

Se cumple ahora el 150.º aniversario del nacimiento de Miguel de Unamuno en Bilbao, en la calle Ronda, 16. También recordamos que a finales de agosto de 1914 -hace ahora 100 años- fue destituido como rector de la Universidad de Salamanca. Se lo quitaron de en medio con un decreto real de Alfonso XIII, a instancias del ministro de Instrucción Pública, Bergamín. Esto, algunos lo veían venir, pues las infatigables campañas del pensador vasco castellano con los campesinos y los obreros iban más allá de unas meras conferencias culturales. Recorría pueblo a pueblo, asociaciones y federaciones agrarias y de trabajadores, llevándoles información cultural y social para su liberación. Además, Unamuno viajaba arropado por su aureola de rector de una de las universidades más prestigiosas de España y Europa, y rodeado de catedráticos y profesores universitarios, colegas suyos de común ideología política. Esta revolución cultural, rural y obrera no gustaba nada al ministro Bergamín ni al Gobierno conservador de Dato. No deseaban que un rector instruyera a las clases sociales más desfavorecidas.

Pero, aun así, a Unamuno le causó gran sorpresa su destitución del Rectorado, en el que llevaba 14 años. Estaba tranquilo; había pasado un buen verano en Figueira da Foz, con su familia y algunos amigos. Tomó el sol en las playas portuguesas y hasta tuvo tiempo de dar una conferencia sociopolítica en la Cámara Municipal de Figueira.

Y cuando el 30 de agosto de 1914 regresó a Salamanca en tren, se topó con el decretazo de su cese como rector. Las causas concretas las ignoraba; no sabía los motivos, pues en los últimos tiempos ni criticaba ni se carteaba ni comunicaba oficialmente con el ministro Bergamín. De todo esto, Unamuno se entera casualmente bajo los soportales de la plaza Mayor de Salamanca, en la cartelera de un periódico.

Los estudiosos unamunianos explican algunas razones por las que se le cesó, todas ellas algo banales e injustificables del hecho: que si unas irregularidades administrativas de su Rectorado, que si desplantes al Gobierno de Dato. Quizás el motivo más sibilino lo aportó el propio ministro Bergamín al denunciar la incompatibilidad entre la dedicación pedagógica y la política. Por eso, el Gobierno conservador decidió apartarlo del puesto de rector por motivos políticos. Sin embargo, Unamuno era bien estimado entre la mayoría de sus compañeros universitarios de toda España.

El caso es que todo este revuelo del cese le empujó más hacia su labor política y frenó su gestión universitaria, comportándose durante los años siguientes como un mero profesor que da clases, sin más aspavientos. Ganaron la política, la literatura, la poesía, la filosofía y perdió la Universidad. Eran los tiempos en que publicó "Niebla".

A partir de 1914, cada vez fue más crítico con la Monarquía española: comenzó a lanzar duras críticas contra el rey Alfonso XIII y el sistema monárquico en sus conferencias públicas y en los artículos publicados en la prensa nacional y extranjera. Participó en numerosas iniciativas sociales y políticas para contribuir a derribar el régimen monárquico y a los conservadores.

Más tarde, ya en la dictadura de Miguel Primo de Rivera, arrecian sus ataques al Rey y a las medidas sociopolíticas del dictador. Y las envidias y miedos militares hacen que Primo de Rivera lo destituya nuevamente de sus cargos universitarios y lo exilie a Fuerteventura en febrero de 1924, convirtiéndose Unamuno en mártir de la oposición liberal democrática antimonárquica.

La presión ciudadana, el mundo universitario español e internacional, consigue que cuatro meses más tarde, el 9 de julio, sea indultado, junto a cientos de españoles con condenas parecidas. Pero él no acepta esta medida de gracia por parte del Rey ni del Directorio militar y se destierra voluntariamente a Francia. Primero marcha a París y, al poco tiempo, a Hendaya, en el País Vasco francés, hasta febrero de 1930, año en el que cae el régimen de Primo de Rivera. A su vuelta a Salamanca, entró en la ciudad con un recibimiento apoteósico.

Los 100 años de su primera destitución de rector coinciden con los 90 años de su deportación a Fuerteventura. La figura de Unamuno nos recuerda que un rector, un catedrático, un pensador de prestigio más allá de sus obligaciones docentes tiene la obligación moral de analizar y criticar, si es preciso, medidas sociales y políticas. Siempre una voz crítica es molesta para el Gobierno de turno, pero qué diría hoy día Unamuno de las reformas sangrientas e inútiles de Rajoy, de los duros recortes en educación, de la escasísima tasa de reposición del profesorado universitario. Cómo respondería a la regeneración institucional hipócritamente prometida por el PP. Cómo se mofaría de la trampa de la elección de alcaldes que propone ahora el partido de la gaviota azul, a sólo varios meses de las elecciones municipales y autonómicas.

Y qué diría del toma y daca -negocios pecuniarios por medio- entre patrioteros españoles y separatistas en el tema catalán. Unamuno, en su salsa: mordaz y polémico. 100 y 90 años, respectivamente, desde que un ministro de Educación y un dictador militar le tocaran las pelotas... De ellos dos, nos ha quedado bien poco patrimonio; del pensador vasco castellano, mucho.

A la memoria de Romu Zumárraga y de Iñaki Azkuna,

lagun euskaldunak ona, durangueses, unamunianos

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