Derechos fundamentales de la infancia a todos los niños
Recientemente se celebró el «Día internacional del niño», que viene respaldado por una declaración de derechos fundamentales para cada niño de los estados partes que firman el tratado. Hasta aquí todo es correcto, lo difícil de entender es que en España un día antes de nacer, nuestros niños no tienen protegido el derecho fundamental de esta declaración: la vida.
En España, basándose en el tercer supuesto para abortar «daños físicos o psicológicos de la madre (sin límite para practicarlos)» se está asesinando a niños de 5, 6, 7, 8 y 9 meses. Somos un país de abortos brutales y por eso podemos ver el vídeo que está en internet del actor mexicano Eduardo Verástegui: «Dura realidad» y saber que cuando habla de EE UU es como si hablase de España.
Somos los ciudadanos los que debemos clamar por la vida y luchar con fuerza por la verdad sin miedo. ¿Qué tenemos que perder? En un mundo que permite esta locura comprobable gracias a varios vídeos que están en internet («Grito en el silencio»), la falta de amor se hace tan palpable que yo veo imposible la paz entre matrimonios, vecinos, familiares y demás grupos sociales si somos capaces de consentir el asesinato de nuestros niños porque no nos viene bien tenerlos o no tenemos ayudas para afrontarlo.
La segunda víctima es la mujer que aborta. La mayoría utiliza esta herramienta en un momento de enajenación mental: angustia, miedo, ambiente indiferente, ignorancia... por eso suele ser la menos culpable porque ella sí siente a su hijo dentro y lo quiere, pero la frialdad de los que la rodean la acorrala psicológicamente hasta que lo hace, y encima si se anima a tener a su hijo es considerada idiota por estropear su vida. Sin embargo los datos demuestran que su vida queda «tocada» cuando aborta y que no llega al pleno desarrollo de su personalidad si no consigue superar este trauma reconociendo su error, aceptando la razón por qué ocurrió y ayudando a difundir la verdad para evitar más errores.
Otra terrible realidad es que se ha convertido en una dictadura para los embarazos no deseados; no hay alternativas en la mayoría de las comunidades autónomas, y así en España se da una paradoja absurda y es que mientras miles de parejas adoptan niños extranjeros, tiramos a la basura niños preciosos y todo por una ley de adopción nacional tan rígida que impide arreglar esta situación felizmente para ambas partes.
Hoy por la ciencia sabemos que cuando se fecunda un niño su código genético va a ser único y que si no se blinda su derecho a nacer ese ser está en peligro de extinción, no sólo el oso panda puede desaparecer, más de 40 millones de personas únicas han desaparecido ya.
Los supuestos que introdujeron este mal se desarman cuando los llevas a los nacidos, si una madre no tiene derecho a matar a su hijo nacido aunque al niño le sobrevenga una enfermedad grave que lo deje incapaz, tampoco tiene derecho a matarlo si lo lleva dentro, ella es sólo un medio para que nazca, no su dueña. Si fuéramos ovíparos este problema no existiría, pero no lo somos.
Los daños físicos para la madre no necesitaban legislarse porque los médicos, como dijeron en su momento, ya tienen un protocolo de actuación para esos casos, que como todo el mundo entenderá ocurren cuando el niño es salvable con más de cinco meses, puesto que antes si muere la madre también muere el niño.
La violación tiene como alternativa la adopción, no se elimina matando al niño el asco de la violación, y sin embargo aumenta el trauma con el aborto de un inocente.
Y por último, el supuesto «coladero» donde se hicieron el 98 por ciento de los abortos, que es el de daños psicológicos para la madre (sin límite para abortar); no hace falta ni aclararlo, cuando su diagnóstico depende de un psicólogo pagado por la clínica.
La sociedad está enferma cuando elimina por miedo al futuro, por egoísmo, por presión, por falta de ayudas del estado, su mejer bien, los niños, y encima con el silencio de casi todos.
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