Una silla que deshonra la bandera
Ya en otra ocasión dijimos aquí que la bandera está siendo utilizada, exhibida y manoseada de impropia manera. Y, en muchos casos, hasta insultada y quemada, impunemente, por follones y malandrines. En cualquier país, del color que sea, la bandera se respeta, se quiere y venera. Aquí, no. Unos y otros la manejan a su antojo: en manifestaciones, movidas callejeras, algarabías y desórdenes futboleros. Nada, que para algunos –muchos– es como un trapo. Luego tenemos esas comunidades –de «nación» nada, monada– cuyos dirigentes la postergan, ocultan o prohíben alegremente, pasándose por el arco de triunfo lo que al respecto dispone la Constitución, que también se pasan por allí los susodichos. Impunemente también.
Pues bien, ahora, para más vejación y desprecio, acabamos de ver en la «Telepedorra», como una gran novedad, el lanzamiento de una silla plegable cuyo asiento y respaldo, de tela o loneta, representa la bandera nacional, con su escudo y todo. ¿Cómo se puede permitir esto? Pues como se permiten otras barbaridades como, por ejemplo, incitar a los menores al folloneo y al aborto. No. La bandera, que es de todos y no es de nadie en particular, merece más respeto y no debe ser utilizada por nadie alegremente.
Bien, pues ahora el currante, en la playa, campo o donde quiera, puede reposar su pompis sobre la bandera. ¡Ay, cómo está el patio, Manuela! Bueno, pues tomando ahora la cosa con verdadero sentido del humor, cuando usemos una silla plegable de ésas, podremos decir que tenemos un culo muy patriótico...
¡Qué país!
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