Falso concepto formativo
No hay una formación continua y otra para el empleo. Las formaciones no pueden estar diferenciadas según sean los alumnos (personas activas: con empleo o sin empleo) sino que deben estar diferenciadas por sus contenidos, siendo sus alumnos seleccionados por su adecuación para los mismos. Si bien este error es aberrante, más grave es pretender que los contenidos de la FP académica son únicos y exclusivos (como se pretende secundando al INCUAL). El Marco Europeo de Cualificaciones indica que la profesionalidad es fruto de: conocimientos, destrezas y autonomía; por tanto existe una formación académica de los conocimientos establecida desde los Grados de la FP, y otra permanente de destrezas para la empleabilidad de las personas desde los postgrados de la FP para el Empleo. Ocurre que existen más contenidos complejos de dificultad alta, totalmente diferenciados, en el campo de las destrezas cognitivas de los postgrados, que en el campo de los conocimientos académicos de los grados. Las personas adquieren en las empresas posteriormente su autonomía profesional. La experiencia laboral sólo es el terreno abonado de destrezas prácticas sobre el que se siembran las destrezas cognitivas, y viceversa, conformando un único ser: la formación dual; otra denominación cualitativa de la formación para el empleo. En los centros formativos de la FP para el Empleo se debería reunir en un mismo curso a alumnos de todo tipo: de primer empleo, con empleo y sin empleo. Se unirían así tanto sus conocimientos, como sus destrezas y experiencias, en una dinámica grupal que impulsaría una gran sinergia, que luego se traduciría en equipos productivos en las empresas. Esta formación debe impulsarse a todos los niveles, haciendo posible la innovación y mejorable la calidad productiva.
Es preocupante lo corrompida que está conceptualmente nuestra formación profesional. Se imaginan al secretario de educación de la patronal de los colegios concertados diciendo: «Abrir la educación a la libre concurrencia provocaría una perdida de la calidad»; se imaginan al secretario general de una de las AMPAS de los colegios públicos decir: «Es fundamental que las AMPAS organicemos los cursos»; o al secretario general de otra decir: «Parece lógico que quien representa a las madres y padres gestione los fondos para la educación de sus hijos»... Así tendrían sus propios colegios, contratarían sus propios profesores y harían todo lo necesario, el Estado sólo pondría el dinero, que para eso madres y padres pagan sus impuestos. Se imaginan si esa corrupción conceptual hubiese estado ocurriendo durante treinta años en Educación. Pues bien, de forma similar se expresan: la secretaria de formación de FADE; el secretario general de UGT y el secretario general de CCOO de Asturias en: «Patronal y sindicatos defienden su hegemonía en el reparto del dinero para formación». No se trata del dinero de los fondos o su gestión legal, es más grave, se trata de los conceptos formativos y sus consecuencias sobre los sistemas productivos y, por ende, sobre la riqueza del país, que se empobrece: debe un billón de euros y tiene un 25% de parados.
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