Los ejemplos de mi amigo Nacho Quintana
Hace sólo unas horas que te hemos despedido y aún no soy capaz de asimilar lo que ha pasado.
Tú y yo sabíamos que ser amigos no significaba tener que estar siempre juntos, sino simplemente "tener que estar". Yo te llamaba cuando te necesitaba y tú hacías lo mismo.
Nuestras últimas conversaciones giraron en torno a aquello de lo que era tu preocupación del futuro y tu última llamada se produjo en el momento en que te acababan de dar la peor de las noticias. Estabas muy nervioso y apenas pudimos articular palabra, pero yo supe lo que me querías decir y traté de tranquilizarte haciéndote saber que iba a pelear con todas mis fuerzas para conseguir tu deseo. Luego, encima, me mandaste un mensaje pidiéndome disculpas. Así eras…
Ahora que ya te has ido, debemos darte las gracias por los muchos ejemplos que nos has dado: el de buen padre de familia, buen hijo, buen hermano, buen amigo y seguro que buen compañero, pero especialmente por dos:
El ejemplo que has dado al resto de los llamados "servidores públicos" por tu dedicación y esfuerzo, sin ningún protagonismo, en defensa de los derechos de los trabajadores y de los más desfavorecidos, por tu sensibilidad ante las injusticias, por tu honestidad y discreción, por tu renuncia a las prebendas propias de los altos cargos, por saber volver a tiempo a tu trabajo para no perpetuarte en los puestos de relevancia social, lejos de los viajes, comilonas, grandes hoteles y coches oficiales, a los que otros son incapaces de renunciar. Estoy convencido de que, últimamente, ya te aburrían las reuniones de alto nivel con los gobernantes porque estos seguían en su mundo de jauja, en su nube, sin bajar a la realidad de las necesidades de los ciudadanos y sólo preocupándose de lo suyo, de mantener su estatus.
El ejemplo de fortaleza y valentía para afrontar el día a día, tu entereza para conocer la información de primera mano, tu par de... bemoles para combatir la mente durante tanto tiempo y tu aguante para que tu sufrimiento no afectase a todos los tuyos, que te acompañaron hasta el final.
Todo ello ha servido para que Marisa, Nacho, María, tus padres, tus hermanos y demás familiares hayan sido estos días el paradigma del saber estar, símbolo del sosiego y de la fortaleza de ánimo, fruto de lo que tú les has transmitido sabiendo que ahora ya vas a descansar en paz, en donde están todos los hombres de buena voluntad, en eso que todos ideamos como "el cielo".
Para que estés sereno en ese "cielo", quiero que tengas presente que Marisa, Nacho y María serán parte de nuestra familia y que lucharé día a día, sin prisa pero sin pausa, hasta conseguir tu deseo y el objetivo que tú y yo sabemos.
Un abrazo, y siempre estarás en nuestro corazón y nuestro recuerdo.
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