Un día de disfrute a los pies de la "Santina" de Lugás
Día 8 de septiembre. Fiesta de la Natividad de la Virgen María. Media Asturias en fiestas y romerías, para festejar a Nuestra Señora. Cual en una inmensa catedral, con pilares en Covadonga, en El Acebo, en El Carballo, en Villaoril, en la Cueva y en Lugás, resuenan los sones de virtual órgano, para ensalzarla a ella, a la Madre, en las alegrías y en las penas, en las ilusiones y en las esperanzas, en las plegarias y en las acciones de gracias.
Como en la lira del viejo Anacreonte, si pulsas sus cuerdas bien tensadas, un solo y único nombre resuena armonioso y bien conjuntado por doquier: María, María. Las cuerdas también todas de mi lira, en nuestra Asturias tan querida, sólo a ella repiten, sólo a ella, a la reina y señora, a la Madre de Dios y Madre nuestra, a la bienaventurada Virgen y Madre, a la estrella de los mares, a ella sola resuenan, proclamándola abogada nuestra, madre y reina, soberana y esperanza nuestra, gritándole bien alto con el corazón y la mente en los labios: "Dios te salve, la que Dios creó llena de gracia, la bendita entre todas las mujeres, la que, como el fruto de sus entrañas, nos ofrece a su Hijo, Jesús".
Dos lugares de veneración singular para ella quisiera, con la tradición, resaltar. Son como el eje sobre el que sintieron nuestros mayores que giraba la devoción a María de Asturias entera. Peregrinar a visitar a la Santina en Covadonga y regresar, por caminos bien trillados por la peregrinación, a postrarse a los pies de la Virgen de Lugás era como un ritual obligado que los devotos de María no alcanzaban nunca a omitir. O también, acudir a visitarla a ella, a la Santina de Lugás, el día de su fiesta, para alcanzar nuevas metas peregrinantes a saludarla a ella, a la madre, en Covadonga, representaban metas que los devotos de María no se resignaban cada año, sino por causas de fuerza mayor, a omitir.
Los caminos de la peregrinación asturiana, trazando las coordenadas que formaban cual gigantesca cruz, pasaban por Covadonga y por Lugás. Las circunstancias del paso de los años y el patrocinio regio volcado en Covadonga no consiguieron, sin embargo, eclipsar la devoción a la "Santina" de Lugás y las generaciones de devotos siguen expresando amor y cariño a una advocación entrañable hacia Santa María, que, en cualquier parte, puede ser objeto de devoción, pero que, singularmente, en lugares bien concretos continúan atrayendo a romeros y peregrinos, que son seguidores de vetustos jubileos, que llevan a buscar las gracias y los favores de María, también el 8 de septiembre, a los pies de la Santina de Lugás.
Si los signos de la devoción se manifiestan en muchas madres que quieren poner a sus hijas nombres de advocaciones señaladas, como es Covadonga, o Almudena, o Atocha, o
Aránzazu, o Begoña, la devoción a la Virgen de Lugás también se experimenta en la imposición a sus hijas, bautizándolas con los nombres de Lugás o María de Lugás. Seguramente este nombre para niñas no ha sido muy socorrido, pero buscando expresar agradecimiento a la Madre de Dios también va cuajando Lugás como nombre para niñas, con referencia a la Santina de Lugás, como advocación, de la que fueron muy devotos muchos antepasados, que la vieron como un referente en sus vidas: María de Lugás o Lugás.
Hoy, 8 de septiembre, sin los encorsetamientos de la oficialidad, sin los signos de la bambolla y las multitudes, los peregrinos, que llevan de siglos en sus genes el amor a su "Santina" del alma, la Virgen de Lugás, volverán a encontrarse a los pies de María en su santuario de Lugás, donde decenas y decenas de generaciones de devotos acudieron a satisfacer sus ansias de honrar a Santa María, proclamándola e invocándola como su Virgen del alma, su Santina de Lugás. Una tradición que perdura y se hace cada día más firme y más presente, más arraigada y más influyente. Felicidades a María, la Virgen Madre, en su santo, en el día de su Natividad; felicidades a las que lleven su nombre "Lugás" o "María de Lugás". A los pies de Santa María de Lugás, con la gracia de Dios, rezaremos juntos a nuestra Madre del alma, la Virgen de Lugás.
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