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Con cáncer y sin saber qué hacer

5 de Septiembre del 2014 - Patricia Fernández (Oviedo)

Mi padre fue diagnosticado de cáncer de boca en estadio 3 el 29/04/2014, el día 8 de mayo se operó y permaneció ingresado hasta el 30 de mayo (el alta, a mi juicio, obedeció más que a una mejora en su recuperación al hecho de que ese día cerraban la planta con motivo del traslado al nuevo HUCA). El día del alta, los cirujanos nos explicaron claramente que debía someterse a radio y quimioterapia como tratamiento complementario a la hora de eliminar toda célula cancerígena y optar a una recuperación. El día 9 de junio es llamado a consulta con la oncóloga radioterápica, que estima que debe pasar por el dentista antes de comenzar las sesiones. Ese mismo día la oncóloga nos da dos volantes, uno para el dentista y otro para oncología médica, a fin de solicitar valoración para la quimio. Dichos volantes son entregados a personal administrativo, tal como se me indica para que cursen la solicitud de cita, ya que la propia médica no puede al no disponer de agenda personal en el sistema informático. Diez días después, mi padre tiene consulta de revisión con los cirujanos que le operaron. Al no haber recibido llamada alguna de las dos citas pendientes, pregunto en Consultas Externas y cuál es mi sorpresa al descubrir que no constan, que se han perdido. Explico a todo el personal que me atiende la importancia y urgencia de que esas citas se den lo antes posible. Se lavan las manos y se pasan la pelota unos a otros, facilitándome varios teléfonos en los cuales nadie me soluciona nada; así que decido ir en busca de la doctora que emitió los volantes. Al fin la localizo y le explico lo sucedido. Inmediatamente, se hace cargo de la situación y da la orden de citas con urgencia. A primeros de julio dejamos todo resuelto con el dentista, por lo que mi padre ya está listo para someterse a la radio. Pasan los días y nadie le llama, así que decido ir personalmente hasta el Hospital para ver qué ocurre. Me explican que antes de empezar las sesiones deben hacerle una simulación para establecer un estudio personalizado para él, pero que la médica que lo trata está de vacaciones y tienen orden de no dar citas durante el verano.

Lamentablemente, yo no le puedo decir a mi padre que no se muera o que el cáncer se tome unas vacaciones, por lo que intento a base de ser pesada y de ir y de llamar a diario que empaticen y se den cuenta de que están tratando con personas, con personas enfermas a las que se les está negando probablemente la única posibilidad de recuperación que tienen. He de decir que de todas las personas -trabajadores- con las que hablé del tema, allí en oncología -y fueron unas cuantas-, sólo una fue capaz de hacerme sentir que me escuchaba y que tenía intención de ayudarme; el resto, fue igual que hablar con una pared, y a mí eso me parece muy triste.

Me dan igual los problemas personales y laborales de cada uno, están, insisto, atendiendo a pacientes en una situación muy delicada, y respuestas del tipo "es lo que hay" o "qué, ponemos a un paciente encima de otro" no es lo que una espera recibir por parte de unos empleados que están cobrando dinero público y que por ello se deben al pueblo. Que me parece a mí que estamos perdiendo un poco el norte. Finalmente, no sé si por pesada o porque le tocaba, mi padre hace la simulación el día 17 de julio; ahí nos dicen que el estudio tarda en realizarse de 4 a 5 semanas. Alucinante. El 21 de agosto cumplen las cinco semanas, volvemos a llamar a ver qué pasa y ahora resulta que el tiempo no es exacto y que ya nos llamarán. Nos llamaron el día 1 de septiembre para comenzar la primera de las 32 sesiones de radioterapia que mi padre necesita el día 2. Después de todo, mi padre tuvo que esperar el verano para poder acceder a un tratamiento que le corresponde por derecho. Mis incontables llamadas al HUCA, mis visitas día tras día y mis quejas en atención al paciente no han servido para nada, al final han hecho lo que les ha dado la gana y con una falta de tacto increíble. Descontenta es poco decir para cómo me siento. Yo sólo espero que la tardanza en el tratamiento no derive en una no recuperación para mi padre, porque, entonces, yo no seré tan benévola ni tan educada como hasta ahora.

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