El periódico
Es el amigo fiel que nos visita todas las mañanas, a primera hora, cuando el día y la noche libran su última batalla, para darnos los buenos días e informarnos de cuanto acontece en el mundo, bueno o malo. Esto último, lamentablemente, suele abundar, y en la primera página lo vemos ya, con la consabida fotografía dramática y sobrecogedora, como las catástrofes de Haití o el Japón provocadas por un tsunami devastador. Esto nos entristece y angustia, porque somos solidarios y en el mismo mundo estamos todos, y todos estamos involucrados en la gran aventura de ser y vivir. En cambio, cuando el periódico nos transmite gratas y buenas noticias, que suelen ser las menos, entonces el día comienza para nosotros de otra manera, alegre y optimista, como debiera ser siempre nuestro bagaje humano.
El periódico es necesario, imprescindible, como medio de comunicación, y lo es ya desde que Gutenberg inventó la imprenta, progenitora de la prensa mundial. Pero al periódico de papel, el de siempre, le ha salido un competidor, que es el periódico digital, cuya frialdad cibernética e intrusa domina hoy el mundo y esclaviza al hombre. El periódico de papel es otra cosa muy distinta, entrañable, en cuyas páginas, literaria y gráficamente, ameno y dispar, el lector se pone al día y se entera de lo que ocurre en el mundo, de manera muy distinta al periódico digital. Que, además, no podemos tener, ni hojear, acariciar... Sí, acariciar, tenerlo siempre a mano hasta que el nuevo día nos trae consigo, cuando la vida se despereza, el nuevo periódico que es continuidad del anterior. Y de nuevo, con el grato perfume de tinta fresca y reciente, volvemos a encontrar, con deleite e ilusión, la información, editorial o el artículo que nos interesa, casi siempre de prestigiosos columnistas. Y todo esto, a nuestro entender, no nos lo puede dar el periódico digital, por mucho que se empeñen sus cibernéticos adictos.
El periódico de papel, en toda su diversidad informativa, ilustra y entretiene, y es un amigo que madruga para darnos los buenos días. Un día sin él es un día incompleto. El periódico es también cátedra de buenos y prestigiosos literatos, que sin él nos serían desconocidos. Finalmente, nuestro reconocimiento a cuantos hacen el periódico, parto diario que a ellos ilusiona y sus lectores valoran y agradecen.
Ricardo Luis Arias
Aller
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