Los hermanos musulmanes y los primos comunistas
El senador de IU Jesús Enrique Iglesias arremetió desde una tribuna en este diario (13 de agosto) contra Isaac Querub Caro, presidente de la Federación de Comunidades Judías de España, con un furor tan desaforado que sería prodigio de la naturaleza si el señor Querub Caro salió de la embestida con hueso sano. Contestóle al senador Gracia Noriega con esa templanza suya, elegante y documentada (LNE, 19.08). Más le hubiera valido a don Ignacio andar a moras por las sebes de Sevares. Atacole lanza en ristre J. J. J. Suárez por el siniestro costado, lanzando en la refriega datos tan escabrosos como que los de Hamás, además de ganar las elecciones en Gaza, pertenecen a la civilización árabe que inventó el turrón y la aritmética, que permite calcular las tonterías ajenas (LNE, 31.08). La aritmética, señor Suárez, no la calculadora, que le permitiría hacer inventario de las propias.
J. J. J. Suárez podría completar su fresco sumarísimo preguntándose a qué civilización pertenecían los pilotos que simularon un aterrizaje de emergencia contra las "Torres Gemelas", o los viajeros que se apearon de los trenes de Atocha dejando tras de sí las mochilas de la muerte. A la misma que los ladrones de doncellas que se internan con ellas en las selvas africanas o las venden en los zocos orientales del Estado Islámico; a la misma que los que decapitan a periodistas ante las cámaras de televisión y matan a cristianos a destajo en Egipto, en Pakistán, en Irak, sin que al senador de IU y a J. J. J. Suárez se les mueva el colodrillo; a la misma que los milicianos de Hamás, que fusilan por docenas a sus propios paisanos en las plazas de Gaza (eficiencia del terror como arma electoral). Entre las cien mil víctimas de la guerra civil siria entre árabes habrá cientos, tal vez miles de niños. Pero los cocodrilos son muy suyos y sólo tienen lágrimas para los que mueren en los bombardeos de la Tzahal.
Vamos a dejarlo aquí, no vaya a ser que no sea cierto que el papel lo aguanta todo. Pero si eso es la primavera árabe, ya se imaginan lo que puede ser el invierno. Amos Oz, el escritor más prestigioso de Israel, mantiene en el conflicto con los árabes un perfil más de paloma que de halcón. Muy facha no será cuando lo trajeron al Campoamor a recoger uno de esos premios "Príncipe de Asturias", tan políticamente correctos. Amos Oz preguntó recientemente al entrevistador de una cadena alemana: ¿qué haría usted si el vecino de enfrente reúne a su familia en el salón para disparar desde allí contra la suya? La pregunta no concierne al senador ni al señor Suárez, que por lo visto habitan el mismo bloque que los de Hamás.
La pregunta no concierne a la izquierda en general, situada en bloque del lado árabe de la calle. Enfrente, calle por medio, está solo Israel; con Gracia Noriega, Greciet y tres o cuatro gatos más. Está solo Israel, mientras los progres comen turrón y cuentan tonterías en algoritmos árabes. La civilización, como siempre, la salvará (si se salva) un pelotón de soldados. A los que los progres llamarán genocidas. A no ser que estén bajo el mando de Solana (Serbia) o de Chacón (Libia). Se muere la izquierda de casta y de sencilla. Nunca entenderá que, ante la barbarie, haya que matar para sobrevivir.
Ramón Alonso Nieda
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