La caída del pedestal
Tardaremos un tiempo en saber por completo el impacto social del "caso Pujol". El impacto político es más fácil de saberse: salvo por parte de CIU, las opiniones siguen siendo muy críticas. Pero a los políticos la indignación les dura poco, la someten al interés partidista.
El espectáculo causa verdaderas náuseas y repugnancia. Un ex presidente reconoce que ha defraudado al fisco durante más de treinta años, y lo hace con soberbia, descaro y hasta casi se permite ponerle fecha a su declaración oficial. Pero lo peor está en lo que no confiesa. Porque hay fundado indicios de que se aprovechó de su posición para lucrarse, él y toda su familia, en perjuicio del dinero público y extorsionado a los empresarios.
Durante muchos años el "pujolismo" ha tenido un apoyo muy alto, muy crecido y ahora mucha gente se debate entre el escepticismo condescendiente con la figura del patriarca y la decepción moral más absoluta. Incluso, adversarios políticos de Pujol, aquellos que aun en desacuerdo con su manera de hacer política le han reconocido su talla, exigen una reparación, un juicio si es necesario y, por supuesto, donde se explique toda la verdad. El "caso Pujol" está haciendo un irreparable daño a todo el país.
A ,lo largo de los años el "pujolismo" ha dejado muchas víctimas y su legado político, éste que ahora muchos intentan separar de todo el embrollo, puede haberse edificado a base de arroparse constantemente con la senyera mientras se toleraban o se cometían presuntos delitos e irregularidades. Todo ello caer la figura de Pujol del pedestal de los dioses intocables y lo sitúa a nivel humano.
Lo que además está poniendo de relieve el caso Pujol es que durante más de 30 años las instituciones, los partidos políticos, los sindicatos, y los medios de comunicación catalanes especialmente, han estado mirando hacia otro lado cuando, supuestamente, todo el mundo sabía "algo" de lo que estaba pasando. Muchos españoles se preguntan ahora, ¿para qué sirven organismos como la Intervención general, la Sindicatura de Cuentas, la Ofician Antifraude y hasta el Defensor del Pueblo? ¿Por qué nadie movió un dedo desde que Pascual Maragal denunció el 3% en el Parlament? En muchas ocasiones tendemos a compararnos con los países escandinavos, pero por desgracia estamos más cerca de Sicilia y su famosa omertá.
Si somos capaces de hacer este ejercicio de depuración con normalidad, tal vez saldremos adelante, pero si no se hace bien, seguiremos por los siglos de los siglos alimentando el victimismo y la frustración de todo un pueblo. Y ahora, justamente, eso no toca.
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