El tesoro de la sanidad
Hace unos días probé en mi piel el sistema público de salud y conocí el tan mencionado Hospital Universitario Central de Asturias, y quisiera aportar mi punto de vista y algunas reflexiones que rumié durante el proceso.
Desde el primer momento en mi centro de salud, en la ambulancia en la que fui trasladado y en el Hospital Central, me sentí siempre en las mejores manos y éste es mi agradecimiento. Mi reconocimiento no sería completo si no pudiera extenderlo a todas las personas que hacen posible el funcionamiento de la magnífica maquinaria que es el sistema público de salud. La lista sería interminable, por lo tanto me limito a destacar particularmente al personal de urgencias del HUCA, en su abnegación para con ciudadanos anónimos como yo, mostrando siempre una faceta amable, profesional y diligente.
Es cierto que el funcionamiento de una gran instalación como es el HUCA va a requerir un tiempo razonable de complejos acoplamientos para acercarse a lo ideal, pero en mi estado no dejé de admirarme de un más que meritorio sistema de trabajo y de un apoyo tecnológico muy eficaz.
En unos tiempos en que los aficionados exigen a los futbolistas profesionales que besen el escudo del club que les paga, se me ocurre que el personal del sistema público de salud español tiene todos los motivos para estar orgulloso del logo que lucen en las mangas de su ropa de trabajo. Yo también lo estoy, y considero que es un tesoro tener un sistema así. Por lo tanto, se me reafirma la creencia de que no se debe dar ni un paso atrás en cuanto a la exigencia ciudadana de sostenerlo a costa de lo que sea. No se puede tasar su valor y, por tanto, no debe en ningún caso ser subastado a la rapiña de buitres que buscan el beneficio económico por encima de cualquier otra consideración.
Tenemos un gran sistema sanitario. Hagamos lo posible por merecerlo.
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