Dispersión electoral
A mi juicio, existe un riesgo claro de que en las elecciones municipales y autonómicas de 2015 los resultados electorales ofrezcan un panorama de excesiva disgregación de los votos, con lo que los pactos coyunturales serán prácticamente inevitables en muchos casos. Aunque los sondeos y las encuestas acerca de la intención de voto no son algo fiable de un modo absoluto, sí transmiten tendencias que parecen evidentes. En cualquier caso, a mi juicio, la necesidad de establecer políticas sólidas y coherentes ante la crisis sistémica que está afectando a Europa y a nuestro país requiere que haya dos opciones políticas que agrupen a varios partidos con un programa acordado. De lo contrario, pienso que habrá una lucha política más fuerte e intensa que no resolverá la situación económica y social general, que es extremadamente preocupante con los niveles de paro existentes, y la falta de expectativas de los jóvenes, y para una considerable parte de la ciudadanía. Por supuesto que la pluralidad de formaciones políticas es algo completamente legítimo y democrático, nadie lo niega. Pero creo que el interés general demanda actitudes partidistas menos confiadas en la propia autosuficiencia respecto a los potenciales resultados en las urnas. Vale más adelantarse a las tendencias ya mostradas por las empresas de demoscopia que resolver los problemas que surjan por una previsión electoral que no se cumple. Casi todo depende de las estrategias de cada partido, y de su parte dirigente. Si bien el excesivo optimismo no presagia nada bueno en el campo político. Y no se trata de caer en un frentismo parecido al de los años treinta del siglo pasado en este país. Eso ya debe estar superado en un Estado como el actual. Lo que parece deseable en tiempos de crisis es apostar por dos posibles soluciones, y no por muchas más. Y también por unir fuerzas, y no por una disgregación política que puede conducir a una situación social y económica mucho peor, si es que es posible aún. Quizás el análisis que estoy trazando pueda ser considerado catastrofista, si bien yo lo considero posible y coherente con lo que ya está sucediendo y con los datos económicos ya conocidos desde la perspectiva europea y española. Las previsiones de futuro no parecen ser muy positivas. Existen grados altos de incertidumbre, a pesar de la inyección de Draghi a la economía europea, quizás no sea suficiente. Todo depende de la reacción de los mercados, y de todo el entramado de empresas, bancos, etcétera. Por tanto, en el ámbito electoral considero que se deberían hacer esfuerzos por formar coaliciones de partidos para que el número de variables se redujera y hubiera más probabilidades de éxito en la superación de los gravísimos desajustes económicos y sociales del presente. El desarrollo de las economías emergentes como es el caso de China o la India está acortando el margen temporal de maniobra de Europa, que no debe renunciar a la protección de los derechos sociales para hacer frente a una competencia brutal, basada en salarios muy bajos, etcétera. La deslocalización no es la solución. La comunidad europea debe reinventarse y su política económica, hasta cierto punto, también.
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